por nuestra sangre
pero igual con eso
ya no es suficiente.
Quizás no nos corresponde
estar hechos para el mañana
y deberíamos carecer
de todo futuro...
Puede que sea eso
lo que está sucediendo,
la razón de que desayunemos
cada día con una ración
de salvaje violencia.
La desconfianza atosiga
y se clava
en el espacio intercostal
como un cuchillo
prendido en ramalazos
de sin sentido.
Y en la convalecencia
sólo somos dolor,
rabia en la mirada
roja de sueño
cuando lo pensamos.
No puedo dejar
de preguntarme
qué diablos hacemos,
a dónde nos dirigimos
y qué derecho tengo
a envenenarme las venas
con dosis de esperanza
después del absurdo
de ser asesinada una voz
y acallado un pensamiento
que siempre estuvo
con la libertad y el pueblo...
A Facundo Cabral
1 comentario:
Se que el maestro no tuvo nunca miedo a la muerte,tuvo tanta vida para comprenderla que sabia que vendría algún día,en esa medida,su voz y su palabra,ya nunca mueren,lo doloroso aquí,es la forma en que se muere.
Yo me declaro viuda de Cabral...me gusta tu poesía...siempre me gusta.
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