martes, 12 de julio de 2011

VENENO



Sé que el bien navega
por nuestra sangre
pero igual con eso
ya no es suficiente.
Quizás no nos corresponde
estar hechos para el mañana
y deberíamos carecer
de todo futuro...
Puede que sea eso
lo que está sucediendo,
la razón de que desayunemos
cada día con una ración
de salvaje violencia.
La desconfianza atosiga
y se clava
en el espacio intercostal
como un cuchillo
prendido en ramalazos
de sin sentido.
Y en la convalecencia
sólo somos dolor,
rabia en la mirada
roja de sueño
cuando lo pensamos.
No puedo dejar
de preguntarme
qué diablos hacemos,
a dónde nos dirigimos
y qué derecho tengo
a envenenarme las venas
con dosis de esperanza
después del absurdo
de ser asesinada una voz
y acallado un pensamiento
que siempre estuvo
con la libertad y el pueblo...

A Facundo Cabral


1 comentario:

MARTHA dijo...

Se que el maestro no tuvo nunca miedo a la muerte,tuvo tanta vida para comprenderla que sabia que vendría algún día,en esa medida,su voz y su palabra,ya nunca mueren,lo doloroso aquí,es la forma en que se muere.

Yo me declaro viuda de Cabral...me gusta tu poesía...siempre me gusta.