martes, 19 de julio de 2011

VENDERNOS O COMPRARNOS



Si en su momento Goebbles invadió los hogares alemanes con la omnipresencia del Führer a través de las ondas, en las décadas siguientes (sobre todo a partir de los 60), la invasión se realiza a través de la publicidad televisiva.

Ahora bien, si Führer por suerte sólo hubo uno, los productos de consumo y ocio tienen la apariencia de ser muchos, de modo que es posible soslayar la sensación de opresión y crear un aparente sentimiento de libertad, en tanto que se puede elegir entre el cúmulo de ofertas, mientras que al Führer no se le elige: se le obedece. Pero si lo pensamos detenidamente, sólo puede elegirse lo que se ofrece, de modo que el control de la demanda viene determinada por el exceso de una oferta que siempre acaba siendo la misma, pero diferenciada por la seducción con la que se presenta.

¿Realmente existe una diferencia de fondo entre Batman y Spiderman, las diferentes cadenas televisivas, los atunes Calvo e Isabel, o entre Socialdemócratas y Democristianos? Hablamos de un tipo de seducción dirigida a masas reducidas a cifras, a las que se les considera con mentalidad cuasi infantil y que determinan la eficiencia de la seducción en tanto que ésta logra engatusar al mayor número posible de personas, de tal modo que son las mayorías las que producen el éxito de una determinada oferta, obviando que en realidad se trata siempre de la misma: la del Führer vestido de marcas, ropajes y colores diferentes.

A cambio de esa mentira, nos ofrecen otra: La de hacernos creer que somos libres, cuando realmente la intención es estrechar el espacio vital donde la vida de cada uno se instala. Se acotan así espacios concretos o lugares mentales que van siendo limitados o, lo que es lo mismo, reconducidos a tópicos. Así la memoria, la intimidad, la manera en que cada uno vive se reduce a un continuo que acaba constituyendo nuestra existencia. Es lo que denominamos sistema y parece tener como objetivo el conseguir un único estilo, una única forma, un único modo en aquello y en cualquiera que exprese o contenga vida incluso consiguiendo hacer normal lo que no tiene por qué serlo.

Ejemplos en lo cotidiano de nuestro hablar que nos llevan a este sitio que por querer ser único no deja mostrar salida, pueden ser los eufemismos que dan vueltas y piruetas para nombrar lo que podría ser inaguantable si se dijera de otra manera.. Y hay realidad insoportable porque se da un opuesto escondido, oculto, innombrado que quiere pasar por invisible para dotar a la realidad de un poder que la presente como única, como Realidad. Así decimos los ‘menos favorecidos’ donde hay pobres. Hablamos de ‘emprendedores’ cuando no son sino trabajadores expulsados de su condición de asalariados... Ejemplo claro de la integración de todo y todos en el capital y el trabajo que lo nutre y alimenta es la integración de los ‘discapacitados’ y disminuidos que tan solo lo son respecto a los no disminuidos ni discapacitados para la actividad productiva normal. Señalamos como ‘Tercer Mundo’ a la vida y geografía que acumula miseria. El ‘consenso’ y la negociación se presentan como panacea y remedio de todos los conflictos cuando son muestra del espíritu mercantilista y de mercadeo al que los partidarios y partidos del sistema han sido seducidos: todo se pacta siguiendo una ley mercantil. Descubrimos la deslocalización como algo nuevo para referirnos a la antiquísima práctica de conseguir mano de obra lo más barata posible; en definitiva unos cada día más ricos y otros cada vez más pobres.

La publicidad nos vende, y nos vende enteros como no podría ser de otra manera ya que somos una mercancía: ‘Sé tú mismo’, ‘Sigue el dictado de tu espíritu’, ‘Somos especialistas en ti’; nos dicen muy ufanos. El producto a vender es la propia persona, la mercancía de estar vivos. Con esta intención de venta se personaliza todo: un ordenador, un automóvil, una camiseta, un viaje, un peinado... Todo lo resume el vendedor que te atiende en una tienda, cuando te pregunta en qué puede ayudarte, en lugar de pedirte información sobre lo que deseas comprar. Significativo, ¿no?

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