domingo, 31 de julio de 2011

TARDE DE VERANO



Se nos ha vuelto inmisericorde el verano
y el calor empieza a resultar agobiante
en esta tarde de soledades encendidas:
Te imagino recién salida del baño,
mojada, impregnada de jugosas gotas
como el hada de un exuberante oasis,
mientras me rozas casi en un descuido
y te secas lentamente antes de ponerte
ese vestido con cualidades casi hipnóticas
porque casi nada tapa y casi todo enseña
a partes iguales, que presume con saña
de velar por la divinidad del espacio
que existe en la génesis de tus carnes.
En una tensa agonía estoy crucificado,
remachado en los recuerdos y en mi ansia,
a una cruz de inextricables instintos
donde me lleva tu penitencia rezándote
como un poseído confeso de tu altar.
Y no sé si me oyes, si me escuchas
desde la lejanía donde se me condena
a imaginar los instantes en que afianzas
mi desvergonzada cintura con los clavos
que se desprenden de sentir el paréntesis
donde nos amamos y el mundo no existe.
Deseo tanto que sumes una agridulce embolia
a todo lo que en mí circula, buscando la
imantada desembocadura que sustentas.
La incertidumbre me alimenta y me ahoga,
me santifica, me excomulga de tus sacramentos.
Tarde o temprano podré desenclavarme,
resucitaré y hallaré bajo tu profético vestido
un cielo para mi fe eterna en lo que eres.

1 comentario:

Montserrat dijo...

Buf... palabras mayores...