Poesía visual que vive en tu trasero,
obra de arte insolente y poderosa
donde se aprovisionan mis ojos
de rotundas insolencias carnales.
Apetito ardiente que sabe fusionar
bellos deseos orondamente turbios,
territorio acotado por los sueños,
orografía efervescente y voluptuosa
de ortodoxia sensual en tu yo externo.
Recinto para escribir con la mirada
un pareado de curvas tentadoras
en rítmico contonear de carnes prietas.
Temblor de armonías siempre nuevas,
lazo sideral con el que se paladea
la semblanza medular de tu biografía.
Tornasol rotundamente superlativo,
muestra irrefutable, vaivén natural
que estimula corazones al menearse.
Carnaza audazmente moldeada,
belleza resaltada por ceñidas telas,
argumento para pasar por encima
de enfermizos obstáculos morales
que a nada saludable conducen.
Colofón trasero de todas las cosas,
arquitectura congénita que abruma,
emporio donde habitan los anhelos
de arrebatos lujuriosos e impíos.
Asombrosa trasposición de lo oculto,
polo de atracción que invita generoso
a la mirada, a solazarse en su poder,
para convertirlo en teoría metafísica
y filosofía libertaria de lo femenino.
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