domingo, 15 de mayo de 2011

VOTOS ÚTILES



Si la calidad y el vitalismo de una democracia representativa se midiese en base a la inteligencia que demuestran los candidatos en el transcurrir de las campañas electorales, mal íbamos. Antes al contrario, dejarían en un desesperanzador descubierto todas sus insuficiencias, contradicciones y falsedades legitimizadoras. Se insiste en que la democracia ha de tener un armazón normativo de garantías para que puede ejercerse la alternancia en el gobierno, en un sistema de partidos competitivos donde sea posible la existencia de mayorías y minorías y en un conjunto de mecanismos doctrinales e institucionales que establecen la división de poderes y cierta justicia equitativa...

Y con ese relato básico, supuestamente vamos tirando. Todo lo que no se atenga al hermoso retrato antes descrito suena a sospechoso galimatías, a borrón malintencionado, a garabato pueril. Es esta descripción reduccionista y anémica de la democracia política la que permite a los grandes partidos oligarquizados y a sus dirigentes prácticas habituales que, en periodo de campaña electoral – ya sean comicios europeos, nacionales o locales – se intensifiquen hasta un consensuado delirio en infinitas declaraciones: la mentira, la simple o tortuosa estupidez, el maniqueísmo moral e intelectualmente insultante, la sistemática prostitución de la realidad.

Pero hay un aspecto especialmente intolerable que a fuerza de ser repetido por los representantes interesados de los dos grandes partidos que se disputan el gobierno en las diferentes instituciones, ha terminado por formar parte de la ‘Verdad Democrática’. Entre comillas, claro, porque en realidad es una mentira como la copa de un pino. Se trata del mito del VOTO ÚTIL, como si no lo fuese cualquier papeleta depositada en una urna, independientemente de a quién se vote. Siempre ocurre lo mismo en los últimos días de campaña: Tienen la cara dura de pedirte el voto porque sí, porque lo que importa es ganar a cualquier precio cualquiera de los que siempre se reparten la alternancia del pastel del gobierno y convierten el sistema en una dictadura de dos, o tres a lo sumo. Te piden que te olvides de cualquier razonamiento, de lo que te ha parecido la legislatura anterior, de las barbaridades cometidas, de la corrupción galopante, de las promesas traicionadas... Te exigen que deseches la posibilidad de votar a las minorías, como si no les bastase la existencia de un sistema electoral injusto, que premia a los grandes y castiga sin piedad a los pequeños. Se olvidan decir que el valor real de un voto dependerá en el recuento final del lugar donde se vote y a quién se vote, que unos necesitarán bastantes miles de votos más que otros para obtener un escaño o una concejalía.

Con qué facilidad se pervierten las palabras... Y por ende las ideas. En realidad no debería existir más voto útil que el ejercido conforme a la conciencia de cada uno y que será destinado a la persona que más confianza nos despierte y al grupo político más cercano a nuestro perfil ideológico y la manera con que concebimos la sociedad. Todo lo demás es fanfarria electoralista y falsedad interesada.

No hay comentarios: