ERES LA VIDA

Tú eres la vida,

me digo por dentro

sin pronunciar una palabra,

y acariciándote en silencio

cuando mis ojos

piensan en los tuyos.

Eres vida como una brasa,

profundo aliento como el olvido,

un todo de sensaciones

por completo perceptibles

como la felicidad profunda

que supondría verte

tras la ternura de tu sonrisa.

Tú eres la vida,

me digo por lo bajo

antes de que yo mismo

me sorprenda,

y sé que mi voz es secreta,

que no te alcanza, que no mueve

siquiera mis labios,

ocupados en decir otras cosas

que de sobra sé

lo irrisorio que significan.

Y en algún momento

alzo las manos

como si pudieran palparte

aún sabiendo que estás más allá

de la posibilidad de sentir

el roce de ambos cuerpos.

Tú eres la vida,

pero tan sólo es la propuesta,

sólo el deseo de que sea

llega a tu ansiado litoral

porque estás tan distante

como la sensación radiante

que supondría estar contigo.

Tú eres la vida, me digo

pero también supones

una ausencia incomprensible

y no puedo entender

que el destino sea tan absurdo,

algo tan íntimamente inexplicable

como conjugar el verbo estar,

siendo vida y no estando

todo en el mismo confuso

y contradictorio tiempo.