lunes, 18 de abril de 2011



Cuántos momentos de paz
guardo en la memoria
disfrutando de una taza
de té humeante
mientras acaricia los secos
arroyos de mi alma...
Hasta tal punto es así
que ese brebaje mágico
se ha convertido
en una ayuda indispensable
cargada de aromas
que invitan a la reflexión
y a la sensatez de espíritu
para estar en concordia
con el mundo que nos toca.
Es un conjunto de sabores
prendido en la garganta
que llena el corazón
de luz en los sentimientos,
y a veces hasta los transforma
en encuentro con la razón:
En el paréntesis del té
está la eternidad de cada día
y la inmolación de las penas,
pues en sus tesoros diluidos
está el secreto
que nos lleva a renacer
en el principio
de cada tiempo de futuro.

1 comentario:

Montserrat dijo...

Como siempre un poema lleno de palabras ricas de contenido que te llevan al más allà...