miércoles, 9 de marzo de 2011

MUJERES EN LOS SINDICATOS



Isabel Aunión es también parte de la pequeña gran historia de la lucha de las mujeres por su liberación. Esta vez en el plano sindical, porque dio la campanada en 1975 al salir elegida en unas elecciones en la fábrica de Siemens de Cornellá, en el cinturón rojo de Barcelona cuando la diferencia entre hombres y mujeres que trabajaban en la misma era en aquellos momentos de cuatro a una.

La llamaban La Negra porque solía vestir de este color y luchó con todas sus fuerzas por abolir una categoría profesional específica para las mujeres que hacía posible una doble escala salarial por empleos de las mismas características. El sindicato Comisiones Obreras la ha homenajeado como figura de la lucha obrera en aquellos años en que los sindicatos también abrían caminos en la nueva España que nacía. El caso es que La Negra ya falleció, pero si aún viviese, vería que aunque se ha avanzado mucho, persiste la brecha entre hombres y mujeres, relacionada con los distintos puestos que ocupan unas y otros. Pero lo que también comprobaría, seguramente con estupefacción, es que la mujer también resulta ser una rara avis en los puestos sindicales más altos.

Probablemente el mundo sindical no sea sino un reflejo más de lo que ocurre en todos los campos. Resulta que si uno se molesta en comprobar los datos, estos no engañan: Las grandes centrales españolas, CCOO y UGT, tienen cada una 11 secretarías generales responsables de las federaciones sectoriales a nivel estatal, y el número de mujeres en esos cargos es incontestable: Ninguna. También cuentan con 19 secretarías generales autonómicas. A esos niveles hay una sindicalista en el caso de UGT (María Jesús Cedrún, en Cantabria) y dos en CCOO (Katiana Vicens, en Baleares, y Caridad Navarro, en Melilla).

En consecuencia, podemos concluir que también existe un muro discriminatorio para las mujeres en los sindicatos. ¿Por qué no pueden optar a las secretarías generales? Explicaciones hay muchas y variadas: Almudena Fontecha, secretaria para la Igualdad de UGT, lo atribuye en buena parte a la ‘alta rotación’ de mujeres en los cargos intermedios en los que no permanecen durante mucho tiempo por lo que no se promocionan. Carmen Bravo, secretaria confederal de la Mujer en CC OO, lo ve diferente: ‘La jerarquía de los sindicatos sigue siendo vertical y de carácter muy conservador’, apunta muy crítica y quizás de manera bastante más realista.

El menor peso de la mujer en las organizaciones sindicales es también una razón de peso en cuestiones de representatividad. Del total de los afiliados de ambas organizaciones, las mujeres quedan en ambos casos por debajo del 40%, en parte porque se emplean más en sectores de menos poder sindical. En algunos, como la construcción, su participación es mínima y en otros, como enseñanza u hostelería, muy superior. Aun así, como ocurre en empresas e instituciones, el número de nombres femeninos se multiplica cuando se baja al nivel de comisiones ejecutivas y secretarías de sectores autonómicos o uniones provinciales, lo que hace más incomprensible que le pirámide se trunque al llegar a una determinada altura. Esto conduce irremediablemente al debate de la cuota o la discriminación positiva como medio para propiciar la participación femenina en cargos de responsabilidad. Gustar, no parece gustarle a nadie. A ninguna trabajadora le apetece portar el cartel de 'ascendida en el trabajo por razones de cuota' o 'consejera de esta empresa por cuestiones de imagen'. Pero las cuotas han de servir para llegar, pero no lo es todo, porque luego hay que demostrar que sirves para el puesto.

En cuanto al mercado libre se refiere, ese exento de cuotas y terriblemente competitivo (el que teóricamente elige al mejor independientemente de su sexo), parece no hallar nunca a mujeres válidas. Basta con echar un vistazo a la cúpula de las empresas españolas para comprobarlo. Desde algunos sectores se intenta explicar el fenómeno de la escasez de mujeres en centros de poder, no por un machismo deliberado, sino que se achaca a ciertas inercias o a círculos viciosos (pocas mujeres en la base, pocas empresarias...), pero que mas da la causa que se busque para explicarlo, si el resultado es el mismo. Quizás los sindicatos también aquí puedan enarbolar una bandera, que los diferencie de los empresarios... Por ahora parecen ir todos por el mismo camino.

1 comentario:

Montserrat dijo...

Si, en el s.XXI...