sábado, 15 de enero de 2011

SUEÑO



Aquél sueño transcurría
sobre arenas blanquísimas
y un hogar colindante
que transpiraba armonía
de espíritu tras sus paredes.
Los que allí se alojaban
optaron por apartarse
de las multitudes y las prisas
y se dieron un rincón exacto
para acoger sentimientos.
La primera mirada de cada día
iba a ser a un horizonte
donde cielo y océano unieran
aromas de belleza y salitre
en el perfume mañanero
al abrir las ventanas al mundo.
La vida transcurriría con calma,
lo por lo común trascendente
transmutaría en relativo,
habría tiempo para pensar,
seducirse con regocijo,
abandonarse al placer
inusual de no hacer nada,
sumergirse en la inmensidad
del mar que les custodiase,
reconocerse en los libros
y estar siempre atentos
por si aún existía la suerte
de que las musas los visitaran
con palabras de poesía
o pinturas de dulzura.
Era un sueño tan querido,
que pervivió durante años,
hasta que se reconoció
en un punto concreto
del ámbito y el instante,
enriquecido por la presencia
y la perspectiva de otro.
Hubo la posibilidad
de que crear el Paraíso:
un recoveco hermoso,
un nombre luminoso y claro,
un estado de ánimo
y dos empeños en lograrlo...
Hasta que volvió
a la realidad de ser uno,
pero sin perder ni un ápice
de pureza y hermosura.

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