miércoles, 12 de enero de 2011

AUTOR

A Gabriel Celaya, con admiración y respeto


Escribir es un enigma
sumamente misterioso,
una angustiosa materia
en la que la inspiración
no se dispone
ni en frío ni en caliente,
pues no se trata
de temperaturas.
El momento brillante
sólo produce salvas,
incluso el esfuerzo continuado
no conduce a veces
más que a la frustración.
Más bien parece relacionarse
con palabras que nos acosan
porque tienen prisa
para salir del horno
o librarse del congelador.
De todas maneras
poco importa
porque recién nacidas
miran alrededor,
echan a andar decididas
y olvidan pronto su origen.
Se bastan a sí mismas
y no suelen dar muestras
de necesitar al partero
que las ayudó a nacer.
Aunque al que escribe
lo denominen autor,
en realidad juega
un papel intrascendente
en el proceso creativo.
Y qué más da si nos sirven
como arma de futuro
para desatar cadenas
y las empleamos
para salir del fondo
en que estamos sumidos...

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