viernes, 31 de diciembre de 2010

TRAS LA VENTANA

¿Dónde sería posible
que descansara una mujer?
¿Dónde las lágrimas de la tarde
anunciarían alegrías?
Me responden en silencio,
los cada vez más cortos
ocasos del otoño
en el sur donde vivo.
Me rebosan en el corazón
los rojas mareas,
traen pájaros nocturnos
que querrían diluirse en tu boca.
Besos como dátiles
reptan por las calles buscando
rosas entre tus pechos.
De entre esos pétalos querría
alimentarme en las auroras
cuando tus gemidos
avivasen la luz
y llameasen en la brisa
del nuevo día.
Desayunaría en tu piel
las uvas siempre dulces,
que se desbordarían al besarte
o cuando tus labios
perfumasen sílabas
que se perdieran en mi cuerpo.
¿Dónde podría dormir una ilusión?
Quizás tras los cristales
de una ventana,
secándose antiguas lágrimas
y descansando al atardecer,
sus alas transmitiendo
miradas de ternura.
Tal vez podrías ser tú,
esperándome,
como si en todas las casas
nos guardaran
una habitación para nosotros.
Por eso pienso ir
por las avenidas a buscarte
en las casas iluminadas,
porque sé que es posible
que tú estés esperándome
tras los cristales
de cualquier ventana,
deseando que descubramos
la mujer que llevas dentro.

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