domingo, 28 de noviembre de 2010

POESÍA SOCIAL

Alguien me ha preguntado hace poco mi opinión sobre la poesía social... Resulta complicado definir la poesía y más aún enmarcarla, porque es el género literario indefinible por naturaleza. Pero algo debe quedar medianamente claro: La poesía social tiene que aspirar a cambiar el mundo. Pero la forma en que ha de hacerlo es distinta -más lenta, más compleja y más sutil, tal vez más profunda- de cómo lo cambia la política; de hecho, a lo que aspira la poesía no es exactamente a cambiar el mundo sino nuestra percepción del mundo: esa es su forma de cambiarlo. Lo que no sabe el poeta, o tal vez sí, es que mientras escribe poesía, esta también lo está cambiando a él, de manera que ha de convertirse esencialmente en un rebelde. Pero vayamos a lo que importa:

Esa concepción de la poesía como arma supone una contradicción, porque siempre ha sido literatura minoritaria y un poema no puede convertirse en un discurso político, ni una vía para la conquista del poder. Es aquí donde encaja a la perfección con esa idea que algunos filósofos propugnan de que la revolución ha de ser primero una cuestión que se refiera al ámbito de lo más íntimo del ser humano: Todas las opciones sociales conocidas hasta la fecha, todos los movimientos políticos que han salido triunfantes de un movimiento revolucionario han terminado en fracaso. La razón última es que cualquier sistema político que pone en marcha una idea en apariencia positiva, acabará pudriéndose porque ha de presentar una alternativa de poder, y este siempre acaba por corromper al ser humano que en él se instala y las instituciones que lo sustentan.

La lectura es también una actividad esencialmente íntima. Por lo tanto, independientemente de su función de denuncia, para que la poesía social cumpla de manera efectiva su aspiración de transformaciones estructurales, ha de procurar dirigirse directamente al corazón del lector para intentar cambiarlo. Además, a diferencia de la política, que intenta simplificar problemas complejos con el fin de resolverlos a escala global; el poeta está obligado a buscar lo contrario: Tiene que reinventar la realidad global para poder mostrarla tal y como es en el plano más esencial de cada individuo que la lee. Esta es una de las razones por las que la poesía y política mezclan mal. Un poeta nunca podrá ser un ‘buen político’, en el concepto habitual que la sociedad ha asumido.

La poesía social ha de ser un arma de acción directa y es esencialmente libertaria, busca remover los sentimientos del lector para sembrar en él una semilla: Esa es la única insurrección a la que aspira porque para un poeta, cambiar a un ser humano es cambiar el mundo. Lo que ocurra después ya depende de cada uno...

No hay comentarios: