martes, 16 de noviembre de 2010

LA DUCHA

Preparas la toalla.
Te descalzas.
Por un momento fugaz
te miras en el espejo
iluminado por tus ojos...
Entras y dejas
que el agua corra,
dejando estelas
de humedad en tu cuerpo.
Esa esponja porosa
y amarilla que compraste
en el supermercado,
que dócil se muestra
bajo el rito cotidiano.
El gel recuerda
en su claridad lechosa
y exacta consistencia
al esperma del mito,
y la humedad suspira
por otras humedades
que asean por dentro...
Luego cierras los ojos
y eres una diosa
consagrada al amor
que no tiene normas
y es por eso limpio,
impuro y cristalino
como la piel acariciada
por la espuma
que desaparece en el abismo
que a tus pies yace.
Quizás no lo sepas,
pero lo tuyo
no es simplemente ducharse,
es hacerle el amor
a los ojos que te imaginan.

2 comentarios:

Liliana G. dijo...

Sugestivo y acariciante poema, Francisco. Vas dando forma a una imagen que termina por condensarse en sensaciones.
Un gusto leerte. Llego a través de Vicky y me complace hacerlo. Te sigo.

Un beso.

Pacogor dijo...

Gracias: Un saludo y bienvenida.