miércoles, 6 de octubre de 2010

SESIÓN GOLFA


Viernes noche... Como todas las semanas se acercó a la taquilla del cine con un sabor especial en la boca y aquella excitación subiendo desde el vientre. Esperó a que ella comprase su entrada y lo más discretamente que pudo, confundido en las sombras, la vio adentrarse en la sala donde proyectaban la película que había elegido. Si existieran las diosas del amor, envidiarían su maravillosa forma de moverse, el aura de sensualidad salvaje que transmitía.

Compró rápidamente su entrada. La encontró donde siempre: Sentada en uno de los rincones más ocultos de la sala. La miró tan intensamente que temió que llegase a notar la huella de sus ojos en la piel, aunque sabía muy bien que a ella no le importaba. Disfrutaba contemplando su perfil, atento a cualquier movimiento, especialmente cuando enredaba tan graciosamente un dedo en su cabello, un movimiento aparentemente espontáneo que parecía ejecutar al encontrarse ensimismada en algo. Una luz tenue iluminaba su rostro y cuando abría los labios, el morbo era de tal envergadura que pareciera como si fuera la fuente desde dónde emanasen todas las pasiones que imaginarse pueda...

Luego, cuando las luces se apagaban y mientras las imágenes aparecían en la pantalla, él se imaginaba sentado a su lado acariciando ligeramente su brazo, obligado a refrenar sus impulsos cuando la veía desabrocharse muy despacio los botones de la delicada blusa y sacarse el sujetador en un movimiento casi imperceptible para convertir sus pechos en una ofrenda generosa y maravillosamente lúdica. El rito finalizaba cuando sus muslos iban asomando por debajo de la corta falda, hasta alcanzar límites rayanos en lo imposible.

Era un juego en el que las reglas fueron surgiendo de manera espontánea. Después de tanto tiempo acompañándola en las proyecciones de los viernes, aquella mujer había tomado cuerpo en su mente y la imaginaba hambrienta de caricias, una delicia sensual que lograría colmar los deseos más ardientes de cualquier hombre. Los dos supieron entender dónde estaba el límite y se compenetraron a la perfección: Ella actuaba y él miraba. Casi podía decirse que eran la pareja perfecta al complementar sus necesidades mutuas, sabiendo que probablemente jamás llegarían siquiera a rozarse.

Al acabar la sesión nunca la seguía. Así que dejó que abandonase la sala primero y antes de salir él también, pasó por la butaca donde ella había estado. Allí encontró su premio en forma de minúscula prenda íntima, que como siempre era de color negro. Ya en la calle tomaron direcciones diferentes, porque con ese último acto culminaron su hora y media de locura. Suspiró, miró el reloj y echó a andar con rapidez porque sabía que en casa le esperaban.

-Por fin has llegado- le recibió su mujer. -¿Todo bien?, preguntó con una sonrisa impaciente en los ojos.

-Como siempre. Ya sabes lo que disfruto en el cine- contestó mientras se besaban con una intensidad rayana en la locura -Hoy has estado verdaderamente inspirada y por lo que veo te has dado bastante prisa en volver...

Como quién no quiere la cosa, agitó con su mano la braguita y aspiró el aroma que desprendía. Ambos sonrieron significativamente: Fue en esos justos momentos cuando dio comienzo la verdadera, auténtica y genuina sesión golfa de los viernes...


2 comentarios:

Reina dijo...

Realmente me sorprendiste.... buen juego de seducción... para tenerlo en cuenta... jaja
Muy bueno...!!

Pacogor dijo...

Adelante, pues...