sábado, 30 de octubre de 2010

RENACER

Yo también tenía un dolor
y conseguí domesticarlo.
Ahora encontré un escudo
y cuando la cosa
se pone complicada
pienso en aquél lugar
donde localicé mis sueños
y soy capaz
de jugar con las penas,
el estrés y la ansiedad
a cualquier hora que toque.
Consigo que caigan
palabras de los árboles
como fruta madura,
que me iluminen
las canas de la luna
y surjan estruendos
cuando hayan besos...
Estoy seguro
que de tanto estar conmigo,
esa idea tan simple
de ser feliz con lo que tengo
me hará un maestro
en lanzarme desnudo al mundo
bajo los aguaceros,
y me dará de comer del pan
que trae la paz al espíritu.
Jamás me despediré
de este pequeño paraíso
localizado en mi mente,
donde la luz me salpica
y aunque la vida siempre
ha de concretarse
solidarizado con todo,
es mucho más agradable
hacerlo con una sonrisa.


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