sábado, 11 de septiembre de 2010

MI 11 DE SEPTIEMBRE


El 11 de septiembre es una fecha marcada a fuego en el corazón de mucha gente desde bastante antes de que tuvieran lugar sucesos que hoy estarán en boca de todos: Ocurrieron mucho antes de la irrupción de Al Quaeda y el fanatismo islamista, de que la nación más poderosa de la tierra fuese partícipe de su propia y dolorosa vulnerabilidad, y de que a consecuencia de la tragedia que ello supuso unos incompetentes que se consideraban a sí mismos líderes de occidente tomaran decisiones que nos llevaran a desastres aún mayores y de los que no sabemos cómo salir.

Antes de ser lo que ahora somos, el mundo democrático fue estremecido por sucesos que trajeron como consecuencia miles de víctimas en el cono sur del continente americano. Por ello, mi dolor y solidaridad con los que hoy siguen llorando la tragedia de la Zona Cero y sus consecuencias posteriores, no significa olvidar otras catástrofes de ellos mismos causaron y que por una extraña y estremecedora ironía del destino son coincidentes en el calendario.

Lo que yo conmemoro en el fondo de mi alma en este día, tuvo lugar en un ya lejano 1973, cuando aún era un adolescente y marcó mi vida para siempre: Aunque me había criado en un país sumido en una larga dictadura, no supe realmente lo que eso significaba hasta que tuvo lugar el golpe de estado en Chile del general Pinochet, que acabaría con el gobierno de la Unidad Popular y la legitimidad democrática del Presidente Salvador Allende, y que no olvidemos, se realizó con el apoyo incondicional del gobierno de Estados Unidos.

Allende y Chile se convirtieron instantáneamente en una referencia. Aquél último e inolvidable discurso en La Moneda es un monumento al compromiso con un pueblo llevado hasta las últimas consecuencias y resulta una desgarradora lección de lo que significan realmente términos como libertad y democracia, que tan alegremente se intentan desvirtuar desde determinados sectores. Y 37 años después sigue teniendo plena vigencia, hasta tal punto de que todos deberíamos escucharlo al menos una vez en la vida para entender unas cuantas cosas sobre valores, moralidad y ética social. Hoy, cuando las ideas se traicionan con una facilidad pasmosa por mor de un mal entendido pragmatismo, cuestiones como la dignidad, el respeto a lo que significa el voto popular y la esperanza en el triunfo de la razón siguen siendo un soplo de aire fresco.

Por eso mismo, la conmemoración ha dejado de ser un día triste, muy al contrario: Porque en verdad lo que deberíamos celebrar es que el Presidente Allende ha quedado como indiscutible vencedor moral ante la historia, que ha terminado por darle una razón que siempre tuvo: Con todas las deficiencias que se quieran, ahí está la realidad actual de su país para demostrarlo.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para que nunca más en Chile y en ninguna parte.

"Para que nunca mas en Chile los secretos calabozos,
vuelvan a morder la humanidad de mi pueblo,
para que nunca mas en Chile
el hambre vuelva a estar en la boca de mi humilde pueblo
Para que nunca mas en Chile
la sangre hermana sea derramada,
y no se deje florecer la libertad"
SOL Y LLUVIA.
Gracias un abrazo fraterno desde Chile.

Pacogor dijo...

Que así sea. Un abrazo