martes, 28 de septiembre de 2010

EN LA VENTANA


¿Dónde sería posible
que descansara un ángel?
¿Dónde las lágrimas de la tarde
anunciarían alegrías?
Me responden un silencio,
los largos ocasos del verano
en el sur donde vivo.
Rebosan en mi corazón
los rojas mareas,
traen pájaros nocturnos
que querrían diluirse en tu boca.
Besos como dátiles
reptan por las calles buscando
rosas entre tus pechos.
De esos pétalos querría
alimentarme en las auroras
cuando tus gemidos
avivasen la luz
y llameasen en la brisa
del nuevo día.
Desayunaría en tu piel
las uvas siempre dulces,
que me desbordan al besarte
o cuando tus labios
perfumasen sílabas
que se perdieran en mi cuerpo.
¿Dónde podría dormir un ángel?
Quizás en una ventana
descansando al atardecer,
sus alas transmitiendo
miradas de ternura.
Tal vez podrías ser tú,
esperándome,
como si en todas las casas
nos guardaran
una habitación para nosotros.
Por eso pienso ir
por las avenidas a buscarte
en las casas iluminadas,
porque sé que es posible
que tú estés esperándome
en el alfeizar de cualquier ventana.


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