sábado, 21 de agosto de 2010

EN EL ESPEJO. Relato


Nos damos los buenos días. Hoy ninguno tiene prisa, hemos decidido no hacer caso de la tiranía habitual de los relojes. Me preguntas si te permitiría estar presente cuando me ponga a actualizar el blog. Cuando te contesto que no hay ningún problema, sonríes de una manera tan significativa que no me queda más remedio que captar el mensaje y ponerme a ello... Una vez resuelto ese asunto, decidimos reflexionar sobre la entrada de mañana. Te he estado observando con detenimiento todo el rato sin que aparentemente te des cuenta y la inspiración llega de golpe. Para tu sorpresa me pongo a escribir frenéticamente en el portátil. El poema sale casi de un tirón.

- ¿Pero qué haces?, me preguntas...

- Espera, espera. Ya casi está.

Me levanto del sillón y te pido que ocupes mi lugar... Me retiro a preparar algo de desayuno, para que puedas leer con tranquilidad y reflexionar sobre el resultado. Según me contaste luego, primero te quedaste de piedra. Luego efectivamente, te acercaste al espejo y después de unos instantes que parecieron eternos, te has girado hacia mí con un signo de interrogación en la mirada, justo cuando regresaba a la habitación con un vaso de jugo de naranja en la mano.

-¿De verdad ves todo eso cuando me miras?
-Todo eso, y mucho más.

En tus facciones se hace la luz, realmente durante unos segundos resplandeces... Luego se te ve desconcertada, supongo que a consecuencia de las emociones encontradas. De pronto te incorporas, argumentando que necesitas salir un rato a la calle, que piensas acercarte al mercado a comprar verduras y fruta, que soy un desastre y la nevera está casi vacía. El vaso de jugo queda a la espera, olvidado sobre la mesilla de noche.

No digo nada, sólo asiento en silencio. Sabes que te he entendido, y firmamos un paréntesis en el aire para que el sol de la mañana sirva de sosiego para tus nervios. Sales de prisa, casi corriendo.

No sé lo que ocurrirá, mientras estás fuera todas las dudas del mundo me caen encima de golpe. Quizás me haya dejado llevar demasiado por la emoción, puede que no estuvieses preparada para lo sucedido... Le doy una y mil vueltas, hasta que escucho cómo la llave penetra en la cerradura y veo que la puerta se abre. Miro el reloj y compruebo que sólo has estado fuera media hora: A mí me ha parecido toda una vida.

Sobre la marcha he cogido el periódico de ayer, para intentar que la tensión del momento no se me refleje en el rostro. Es lo primero que se me ocurre. Procuro no mirarte directamente a los ojos, temiendo que mis pensamientos sean transparentes y leas en ellos como en un libro abierto. Entras, aparentemente muy tranquila, dejas las bolsas de la compra encima de la mesa, te diriges al dormitorio y con toda la calma del mundo te tomas el jugo de naranja. Luego enciendes la radio, y casualmente suena una de tus canciones favoritas de toda la vida. Me miras, porque sabes que es la letra de un poema que adoro. Te acercas y me dedicas la sonrisa más tierna que he visto nunca. La música sigue sonando, como queriendo convertirse en la banda sonora de nuestra mañana...

El beso tiene un sabor nuevo y casi milagroso, distinto a todo lo probado, con la magia de un sentimiento que aúna amistad, camaradería, compañerismo... Y quién sabe si algo más, que acaba de nacer esta mañana.



3 comentarios:

Reina dijo...

Esa media hora que pareció toda un avida resume el sentimento... ese que aúna amistad, camaradería, compañerismo... y algo más...
Muy bella entrada...!!!

Lucrecia dijo...

Una vez que empeze a leer tu posteo no pude dejarlo a medias, realmente me gusto mucho, vengo siguiendo de hace rato tu blog, pero hoy decidi comentar. Me gusta mucho lo que escribis. Mis saludos, Lucrecia.

Pacogor dijo...

El tiempo es relativo, los sentimientos no. Al menos eso creo...
Tampoco es relativo celebrar que alguien decide dar el paso de incorporarse a este grupo de amigos que crece despacio, pero sin pausa. Bienvenida Lucrecia.