domingo, 11 de julio de 2010

GLORIA TELEVISIVA

Paul en la rueda de prensa previa a la presentación del primer programa
La telerealidad no tiene compasión, necesita renovar las carnazas y se alimenta continuamente de nuevos Frikys para no morir, que a su vez precisan de ese medio para satisfacer su afán de protagonismo sin darse cuenta de que durante el proceso pierden el alma y se convierten en una sombra de lo que fueron o podrían haber sido. Es el precio que han de pagar por ese concepto de la fama sustanciado en el vacío y la nada...

Nuestra protagonista fue en su momento una periodista muy conocida, quizás con un ligero tono histriónico en su manera de plantear las informaciones, pero rigurosa en su trabajo. El punto de inflexión le sobrevino cuando aceptó presentar un bochornoso reality show de los que están últimamente tan en boga, utilizando como escaparate y con absoluta desvergüenza, el mensaje implícito en cierta obra de un magnífico escritor, que desde la utopía se propuso avisar el mundo de los peligros a los que se enfrentaba en el futuro si el pueblo permitía que la tecnología fuera puesta el servicio de los opresores.

Cuando uno deja de tener problemas de conciencia, el cinismo puede con todo: Lo que era pura y simple televisión basura, la que aún se consideraba así misma profesional del periodismo lo presentaba como un experimento sociológico. Así año tras año vendía su alma al diablo de los índices de audiencia, con una sonrisa que pretendía llenar la pantalla y espantaba a cualquiera con un mínimo sentido de la ética o la estética. Pero suponemos que estaba convencida de su triunfo, y si eso fuese así, en su ceguera nunca se planteó si podemos llamar triunfo a eso...

Estamos en el terreno de la fantasía, cualquier parecido con la realidad puede ser coincidencia o no, eso dependerá de los lectores. En cuanto al final de la historia proponemos uno, que la imaginación a veces puede jugarnos buenas pasadas:

Llega el mundial de futbol de Sudáfrica y un cefalópodo teutón se hace famoso con sus supuestas predicciones, que adivinan los resultados de determinados partidos. A algún brillante ejecutivo de cierta cadena propiedad de un botarate millonario que inexplicablemente ha llegado a la presidencia de su país, y que apuesta por la falta de escrúpulos y el mal gusto se le enciende la lucecita de las ideas...

Un par de meses después, un nuevo programa arrasa en las pantallas: La otrora periodista y el pulpo Paul -al que todo el mundo ha aceptado como animal de compañía y ha sido elevado a categoría de estrella- se mueven por el plató con desparpajo vestidos de zíngaros y leyendo en el tarot el futuro de los espectadores que se brindan a compartir con ellos unos minutos de gloria televisiva.

2 comentarios:

Antoniatenea dijo...

A veces sólo impera el afán de ganar dinero e incluso las ganas de provocar, de impresionar y parecer importante por crear audiencia ..aunque no sea por la capacidad para el trabajo bien hecho sino a costa de personas de escasa capacidad intelectual que son puestos de cebo, perdiendo éstos ,como bien dices, durante el proceso en el plato el alma.

Y mientras la periodista a la que te refieres simplemente pasa a una gloria efímera para un público de poco fuste.

Con el famoso pulpo lea historia se repite.

La televisión salvo raras excepciones se ha convertido en un vehículo de programas basura al servicio de la codicia y una sociedad de consumo poco exquisita.

Si el programa tiene gran audiencia, sigue años y si tiene calidad habitualmente ( salvo excepciones,léase "Redes", "Informe semanal" , Cine en la ) se le liquida.

Es un reflejo de una sociedad vacía y consumista donde el buen gusto, los valores y la calidad han sido sustituidos.
Pero hay una buena parte de personas que ya casi ignoran la televisión, en cambio en internet la oferta de contenidos creativos en todos los ámbitos supera en creces la oferta televisiva.

Estoy de acuerdo contigo, la gloria a costa de basura televisva produce a veces ganas de vomitar sobre la pantalla.

eMi dijo...

Paco, desde Escucho atentamente te ha sido concedido el premio Dardos.

Espero que te agrade y, si así lo deseas, pases a recogerlo.