martes, 29 de junio de 2010

NIÑOS DE LA CALLE


Nadie quiere verlos,
pero la llama de su sangre
arde por las calles
mientras buscan el sustento.
Nadie hace nada
por apagarla
a pesar de las cenizas
de sus pocos años.
Es el silencio
de la miseria con alma,
de la tristeza abandonada
para que se alimente
con detritus de modernidad.
Las tierras que les dejan
están en las laderas,
son las pendientes,
que poco a poco
lavan los aguaceros
y sepultan las vergüenzas.
Están ahí,
parados en las aceras,
esperando el rojo de un semáforo
reflejando sus miradas
rotas por el pegamento
en el cristal de un vehículo…
Y como nadie quiere verlos,
siembre habrá alguien
que se ocupará
de hacer que desaparezcan.


2 comentarios:

Antoniatenea dijo...

Tú lo has dicho, cuando veamos esos ojos de miradas rotas por el pegamento, la verguenza de ser humanos cubrirá ese cristal del vehículo en que ellos se reflejan.
Es rabia y verguenza lo que nos invade. Que no se quede en sólo eso, canalicemos esa energía para que nunca lo volvamos a sentir, que esos niños son de la misma piel que los nuestros y su juego mortal no es el mismo que el de ellos.
Besos!

Ana María dijo...

Infancia perdida, sin ilusión en los ojos, sin juegos, sin pájaros, sin estrellas... Infancia con la imperiosa necesidad de ser feliz..., que se da de bruces contra el muro de los gobiernos, instituciones y ciudadanos de un Occidente europeo y norteamericano que sólo ven sus ombligos,indiferentes, ajenos a tanto dolor y sufrimiento..