domingo, 25 de abril de 2010

REGALAR LIBROS


Pensarán que la reflexión llega tarde porque su Día ya ha pasado, pero amo los libros. Forman parte de mi vida y por eso mismo no necesito ninguna jornada en especial para reflexionar sobre ellos. Supongo que hay mucha gente como yo, viviendo también un eterno 23 de abril y nada les hará renunciar a esta maravillosa sensación que nos une indefectiblemente al mundo de la lectura.

Me gustaría atraer a los demás a este universo, que abre las mentes y nos ofrece una oportunidad única para madurar como personas. Leer es conocer y entender. A partir de ahí, ya depende de cada uno asimilar de una manera u otra esas enseñanzas. Hay tanta gente a la que me gustaría regalarle un libro, en la esperanza de sembrar esta semilla que podría cambiar sus vidas... Y de paso la sociedad, porque de seguro que si este fuese un país más culto, otro gallo nos cantaría y dejaríamos de tener la mala leche y la estulticia que tanto nos caracteriza.

Pero como mi capital me impide cumplir ese sueño, me gustaría al menos citar a unos cuantos grupos sociales a los que tendría un placer especial en hacerlo. Y ya que estamos, también sería una manera interesante de combatir esa leyenda urbana tan de moda últimamente en esta sociedad enganchada a la incultura y la ignorancia, que comienza a afirmar que el libro impreso está en vías de extinción, como si se algunos se regodeasen en la posibilidad de hacer desaparecer a un enemigo.

Regalaría libros a los que pueblan las gradas de los estadios de futbol y pudren el aire con alaridos y cánticos de rencor, racismo y miseria mental, ensombreciendo un hermoso espectáculo deportivo. Libros, muchos libros para los estúpidos bocazas de la basura televisiva y sus masivos seguidores, empeñados en contaminarnos con el estercolero en que se revuelcan cada día. Libros para los jóvenes cuyo modelo de diversión para el fin de semana es arruinar jardines y sembrar los espacios públicos con la mierda que generan sus borracheras. Libros para los adultos responsables de inyectarles valores cívicos, que miran hacia otro lado en lo referente a su educación. Libros para los generadores de ruidos, incapaces de hacer nada sin que a los demás les entre obligatoriamente por sus oídos. Libros para que los golfos de la política se vean retratados en todo su espantoso cinismo, a ver si se avergüenzan al contemplarse en el espejo de la sordidez de sus conductas. Libros para los que adoran los ídolos de barro que los medios de comunicación levantan en sus altares, hasta que caen por su propio peso. Libros para los que se llenan los bolsillos a causa de periódicas crisis que ellos mismo provocan. Libros para arrancarnos la insensibilidad que ha convertido la desgracia en normal compañera al ver las noticias sin que ya nada nos espante.

Libros en suma, para los maltratadores, los pedófilos, los estafadores y todos aquellos que se aprovechan de las ilusiones o inocencias de un semejante, para que los lean entre rejas. Libros para los que desprecian o vejan el valor de los sentidos, los depredadores del lenguaje, los que a todo le ponen pegas, los que se dejan llevar por las tendencias y presumen de ello, los campeones de los malos modos, los maleducados y los gruñones de profesión. Pero sobre todo libros para los que odian los libros y los consideran un peligro, pues el que lo hace, más tarde o más temprano acabará odiando a la humanidad.

1 comentario:

Sunday dijo...

Que bonito post, aunque debemos asumir que nuestra diversidad nos hace a unos gustar de los libros y otros no tanto, que cada quien disfrute lo que le gusta, porque la vida es corta para no hacerlo. Para los que amamos los libros, disfrutarlos siempre...un saludo