viernes, 23 de abril de 2010

BUENOS DÍAS


Que agradable sería
verte yacer en el lecho,
un ente primaveral y leve,
como un deleite matutino
asilvestrado y bello,
aparentando dormir
mientras una sonrisa satisfecha
te atraviesa las pupilas...
Sería lo mejor del día
justo cuando aún está empezando
y mis manos ya podrían
contradecir su pobreza
tocando tus cabellos dóciles,
y mi piel desnuda
te redescubriría a su lado
para no sentirse desamparada...
El hambre de tu cuerpo
se haría muy presente,
aunque podría sentirme
enceguecido y mudo
debido a un ataque de ternura,
maravillado por la suerte
de tu fresca presencia,
aún presente el recuerdo
de la devoradora oscuridad
de tu sexo húmedo
y electrizantemente cálido
en los fragores de la noche.
Probablemente pensaría
en tu modo de ser
que tanto ansío disfrutar,
pues es un antídoto
para los odios del mundo.
Luego cerraría los ojos,
tendería una mano
para comprobar de nuevo
que existes inmóvil
en la rotación de tu ombligo,
en esos muslos que se abren
lenta y suavemente
para encontrarse, unificarse
y encajarse mientras crean
una brecha ardiente
en el revuelo de las sábanas:
No tengas piedad conmigo,
que se separen tus brazos
para rendir mis sentidos
y someterlos a los tuyos
mientras atravieso la oscuridad,
estalla un relámpago
perfectamente enloquecedor,
y nos damos los buenos días.

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