viernes, 12 de marzo de 2010

COMUNIÓN


Cuando recorremos la vida
en comunión con la naturaleza
el cielo se vuelve techo
sobre nuestro sendero,
los mares adornan el camino
con sonidos de aves y olas,
y el corazón que palpita al viento
se convierte en nuestra enseña
de justicia sobre el planeta.
El musgo y los líquenes,
para no quedarse atrás,
añaden toques de color a las rocas
y sobre las copas de los árboles
las nubes nos hacen guiños
con sonrisas cargadas de humedad.
La Madre Tierra se convierte
en nuestra morada más hermosa
y como hijos agradecidos
nos congratulamos con ella.
En esa conexión profunda,
la magia existe al margen
de las grandes urbes,
en la soledad de uno mismo.