lunes, 1 de febrero de 2010


Retadora
frente a todos,
sin miedos,
sin remilgos superfluos,
autosuficiente y altiva,
superando las dudas,
como solo tú
sabes estar
ante un mundo
del que te niegas
a ocultarte.
Otras
querrían ser así,
envidian la libertad
con que respiras
y cómo desprecias
las necias moralinas
y a los que tratan
de dominarte…
¿Yo?...
Te amo y te admiro
a partes iguales,
el deseo y el dolor
se funden en mi conciencia,
sabiendo perdida
la batalla contra el orgullo
y que nunca serás mía.
¿Qué puedo hacer
más que conformarme
con estar en ti
y no caer en la locura
más absoluta?

2 comentarios:

Ana María dijo...

Desnudas tu alma cuando escribes y esa pregunta final, ¡se siente!...

Pacogor dijo...

Es posible, Ana. Pero también tú desnudas la tuya cuando haces ese comentario... Estamos a la par, ¿no crees?