domingo, 28 de febrero de 2010

TENERIFE


En su naturaleza siento
el reverso menos cruel
de la moneda,
lo he descubierto recorriendo
los senderos que la surcan,
por eso busco todo el tiempo
que pueda para amarla.
Me deslumbro
percibiendo las venas
ancestrales de sus bosques
y tiendo mi mano
para acariciar las huellas dactilares
que el tiempo grabó
en las cadenas montañosas
de su frente isleña.
Caminando la costa
envuelta en azul y blanco,
hallo respuestas fundamentales
sobre las razones del hombre
y vuelvo a encontrarme
con la voluntad de mis huesos.
Tenerife es como una muchacha
con luces en los ojos,
siempre llena de sorpresas
y cargada de magia
en su condición intrínseca.
Quiero escribirle,
hacerle llegar lo mucho que la quiero
y trascender lo escrito
sobre otros cantos,
para dejarlo a buen recaudo
en los puertos y las playas
en los miradores que nos llevan
de la cumbre al mar en un segundo,
en los barrancos y los valles
donde quedó grabada mi pisada,
en el reverso al fin y al cabo
menos cruel de la moneda Tierra.






4 comentarios:

De la Rosa dijo...

Una maravilla, traspasas al lector tu sentir hacia la isla. La incluiré en mi ranking...abr ;)

Pacogor dijo...

Un beso y gracias

Ana María dijo...

Que leí poemas de tu último libro "Corazón de isla". Que ví las fotos de esa tremenda y soleada caminata por Anaga. Y que me encantó hoy la entrada tan bella dedicada a nuestra isla, con esa calma intensa que trasmiten la fotografía y tus palabras...
Precisamente tú que sabes tanto de palabras, espabilastes hoy los sentidos con colores, sonidos, olores, sabores y caricias... Mucha emoción y sentimiento.

Un regalito:
"La belleza es aún más difícil de explicar que la felicidad" (Simone de Beauvoir)

Pacogor dijo...

En realidad todo lo que encarna algo positivo, como son los sentimientos, la belleza en cualquier faceta en que se presente, o el compromiso con los demás o el entorno, es difícil de explicar... Lo negativo es tan previsible que se explica por su propia dinámica, no necesita mucho más.
¿Te has parado a pensar lo que cuesta hacer feliz a una persona, y lo sencillo que es hacerle desgraciada? ¿O a todo un colectivo?
Y en cuanto a la isla, le debo tanto que siempre estaré en deuda con ella. Con su tierra y su mar: Al más mínimo asomo de tristeza en mi vida, basta con perderme en ella para que todo se transforme. Es amiga y consejera, sabe escuchar como nadie y tiene el don de transmitirme una paz inigualable.
En realidad no creo que pudiera ser otra cosa que isleño, aunque esa sea una conviicción que entre en el terreno de lo intangible. Pero creo que sabes a lo que me refiero...