sábado, 13 de febrero de 2010

NOCTURNO


La tarde se desliza lentamente,
las nubes acarician el horizonte
y la oscuridad se despierta en calma
bajo las alas emotivas del silencio.
De fondo, el grito de una gaviota
y el murmullo apagado del mar
acariciando la orilla de la playa.
Todo es sosiego bajo las estrellas
y le abro mis brazos a la noche
que trae el descanso al mundo.
Alrededor se posan suavemente
las alas apagadas de las tinieblas,
quizás sea por eso que me invade
una rara sensación de melancolía.
Sin embargo estoy bien, así a solas,
disfrutando enormemente del regalo
que la naturaleza me ofrece.
Mañana es probable que vuelva a llorar
por las desgracias del universo
y a gritar con fuerza su infortunio
a los oídos crueles del tiempo.
Pero ahora sólo existo para disfrutar
con lo que tengo a mi disposición
para reconciliarme con la vida.

2 comentarios:

Ana María dijo...

Sí, sí... la vida nos trae dudas e incertidumbres pero también la misma vida y las experiencias vividas hacen que nos demos cuenta de que nada es eterno, nada es para siempre. Todo gira, todo cambia y se transforma...

Por eso cada pequeño momento que estamos viviendo será único e irrepetible para valorarlo, gozarlo y disfrutarlo.

Sin duda, serán esos pequeños momentos los que de verdad darán sentido a nuestra vida.

Un abrazo

Pacogor dijo...

Es que en realidad los pequeños momentos son los realmente grandes. El sentido de la vida no está en las cosas o las palabras grandilocuentes, sino en descubrir dónde reside la magia de 'tus momentos', esos en los que te sientas como te sientas, si recurres a ellos siempre serán la medicina que ayudará a sanar los males de tu espíritu. Eso sí que da sentido a una vida.