sábado, 20 de febrero de 2010

EL DEDO DE AZNAR

Imagen: Viñeta de Forges, publicada en el diario 'el país'
Hasta ahora había sido sobre todo un recurso utilizado por algunos deportistas para contrarrestar las actitudes y los improperios pasados de rosca que los seguidores del equipo contrario les dedican desde las gradas en nuestros recintos deportivos. El dedo corazón se convierte así en un arma eficaz para soliviantar los ánimos de los hooligans más alborotadores, y como una manera de dar rienda suelta a la ira del que se siente ofendido por determinadas actitudes. Pero hay cuestiones que van con el sueldo, y al que es pillado in fraganti sacando el susodicho dedo a pasear le puede caer una dura sanción, normalmente bajo la acusación de incitación a la violencia.

La cosa toma un cariz diferente cuando los implicados son un grupo de estudiantes y todo un ex presidente del gobierno español, y el lugar además de ser un ‘templo del conocimiento’, es considerado un recinto sagrado para la libertad de pensamiento. En los pasillos y las aulas universitarias las ideas y el debate deben quedar muy por encima de las consignas, los gritos y los abucheos. Pero parece que ni siquiera los muros académicos se salvan de la contaminación catódica que nos está arrastrando por los lodos del griterío más chusco, la falta de argumentos y el mal gusto. Así que no apruebo la actitud estudiantil, que no me produce la más mínima solidaridad.

Pero lo de Aznar no tiene nombre. Ese dedo y aquella sonrisa apuntando a los que lo increpaban, define más que cualquier comentario al que lo ejecuta. Dice un proverbio inglés que si señalas con el dedo de una mano, otros cuatro te están señalando a ti. El trío de las Azores se ha ganado la repulsa de mucha gente, que les sigue pidiendo cuentas. Seguimos padeciendo las gravísimas consecuencias de sus decisiones. Y lo están pagando, como por otro lado debe ser. Es normal que se defiendan, evidentemente. Pero no me imagino a Tony Blair componiendo un acto como ese, ni siquiera a Bush. Lo que define a Aznar y le diferencia del resto es la chulería. Tanto es así, que ya se ha acuñado el término ‘aznarada’ para destacar las salidas de tono que le caracterizan.

En realidad, el dedo es todo un símbolo. Porque en el fondo va dirigido contra todos los que nos movilizamos en su momento para acabar con la pesadilla que supuso para este país sus últimos años en la presidencia. Le significa porque es el desprecio que debe sentir por los que salimos a la calle y no cejamos hasta que lo mandamos al dorado retiro donde ahora se encuentra. Debe estar muy cansado ese dedo. Lo saca a pasear mientras da conferencias por el mundo dando ejemplo del reaccionarismo más anacrónico: Apunta a un país desgarrado por el conflicto armado que contribuyó a originar con sus decisiones, a la idea de que la democracia es sobre todo diálogo razonado y confrontación basada en el respeto, al talante que un personaje público ha de tener para soportar las críticas vengan de donde vengan, a saber ganar o perder con dignidad.

Es triste que tengamos que sufrir a políticos de semejante catadura moral pero lo es más aún la estupidez de los que ríen y jalean esos gestos y actitudes, sin darse cuenta que tras ellos se esconde lo más degradante de la política, sea del signo que sea.

2 comentarios:

Ana María dijo...

Con esos gestos quedó más que en envidencia ante sí mismo y ante todos nosotros.

Ufff!!!, menos mal que nos libramos de ese "España va bien", de ese dedo levantado y de esa sonrisa son sorna.

Pero...,seguimos sin poder contar con políticos a la altura de las circunstancias.

Pacogor dijo...

Son políticos, Ana... Y eso habitualmente ha significado mediocridad. Pero es verdad que podría pedírseles al menos un poquito de altura de miras. No mucho. Sólo un poquito... Pero ni por esas.