jueves, 7 de enero de 2010

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Nunca estamos solos,
aunque a veces parezca
que sólo nosotros nos pensamos
y a nadie le hacemos falta.
Yo escribo y tú me lees:
Eso ya es mucho.

Así que te aseguro que alguien
en este preciso momento
está pensando en ti,
tal vez yo mismo
ahora, cuando escribo
que no quiero transformarte
en un mero fantasma,
habitando mi mundo de evocaciones.

Eso me salva de la soledad,
y a ti del abismo
de ser tu propio sostén,
pues pensando en el otro
contribuimos a tapizar
cualquier ausencia
y la orfandad de la vida.

Por eso creo que es bueno
que en cierta manera
seas también la imagen
que de ti tengo:
A mí me sirve de mucho
y sería hermoso
que a ti te ocurriera lo mismo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues me ocurre lo mismo...
A veces me parece que invento a alguien para escribirle ; a alguien que no existiera más allá de las palabras, pensamientos y emociones que escribo... Por suerte, entro en tu blog y me llegan escritas estas palabras pensamientos, deseos y emociones... y me digo, Por Suerte Es Real... EXISTE

Pacogor dijo...

por una vez no sé qué decir... Excepto gracias.

Ana María dijo...

Pues me ocurre lo mismo...
A veces me parece que invento a alguien para escribirle ; a alguien que no existiera más allá de las palabras, pensamientos y emociones que escribo... Por suerte, entro en tu blog y me llegan escritas estas palabras pensamientos, deseos y emociones... y me digo, Por Suerte Es Real... EXISTE

Ah,que ya no soy anónima también existo...

Pacogor dijo...

Y de nuevo te doy las gracias... Por existir. ¿Sabes lo que pasa? Muy pocas veces me leo a mí mismo, porque no me emociona. No paro de encontrarme defectos, si fuese por mí los poemas no acabaría de corregirlos nunca. Así que para asumir el rol de lector y emocionarme de verdad, he de leer lo que escriben otros. Por eso me sorprende tanto que lo que yo hago pueda causar en uno de mis lectores un efecto que no logro conmigo. El caso es que cuando el que te premia diciendo que has llegado a emocionarle es alguien conocido, pues como que das por sentado que el cariño le resta objetividad... Pero de repente alguien surje del anonimato como es este caso y te deja pasmado.
Ese instante es algo único, el mejor premio que alguien nunca jamás podrá darme. Fíjate, como son las cosas, amiga mía... Ya sabes la razón por la que te dí las gracias