jueves, 21 de enero de 2010

PUNTO Y FINAL


La soledad no existía, Scared
porque siempre te encontraba
en el Templo de tus contradicciones,
en la zona más austral de tu armonía,
en el terreno fértil de tus besos,
en el infinito desván de la memoria,
y justo allí donde el abismo
amenazaba la normalidad y la cordura.
Era ahí precisamente
donde mi corazón alcanzaba a escuchar
la música de tu amor rondando el mío,
y a percibir los pasos de la pasión
que reclamaba su cuota de presencia
en el éxtasis de vitalidad y constancia
que llegamos a construir juntos.
Cuando la soledad se hace ausencia
mis pensamientos vagan por el filo de la luna
y se hacen eco del círculo perfecto
de lo que era tu presencia en ese mundo
de turbación y entrega que traías contigo
para brindar con la noche por el amor,
y derrocharlo antes de que llegase
el cansancio de la alborada.
La soledad no cabe en las armonías
del santuario que es tu universo
cuando abrigas con tus emociones
y colmas todas las eternidades.
Siempre y cuando estés, cálida y generosa,
en el Templo de tus contradicciones,
en la zona más austral de tu armonía,
en el terreno fértil de tus besos
en el infinito desván de la memoria,
y justo en ese extraordinario lugar
donde se encuentra el abismo
que amenaza la normalidad y la cordura:
Ese era mi sitio, he de confesarlo.
Pero superada la locura,
prefiero mil veces el de ahora,
donde agotado el manantial de los sueños
sólo queda sitio para la certidumbre
de lo que durante tanto tiempo
entre tú y yo hicimos conmigo.

4 comentarios:

Ana María dijo...

No sé bien cómo explicarlo, este poema como todos los que escribes (te leo en el bloque derecho del blog, tal como prometí) me lleva a conectar con emociones perdidas, o mejor dicho, que yo creía perdidas. En realidad, aunque anestesiadas, descubro que seguían latentes y anidando en mí desde el principio de mi vida... Gracias por ponerle palabras a todas estas emociones. Un placer leerte

Pacogor dijo...

Tal y como están las cosas, ¿Ana?, ¿Ana María?... La sensibilidad es un don realmente a valorar. Es lo que nos lleva al mundo de las emociones, de los sentimientos, del sentir. A veces sufrimos por su causa, pero es una cuota que deberíamos estar dispuestos a pagar todas las veces que hiciera falta.
Así que eres una privilegiada. Tienes un don. No lo anestesies, no lo adormiles. Déjalo libre: Respira, muévete, come, duerme, mira, toca, ríe y llora con él... Porque, aunque no te conozca excepto por los comentarios que aquí vas dejando, no albergo ninguna duda de que ese don te hace especial.
Hay tantas cosas a nuestro alrededor por las que emocionarse... Ese es uno de los caminos para explorar también nuestro mundo interior.

Ana María dijo...

Sinceramente hoy te agradezco un montón que hayas dejado este comentario tan lindo sobre el valor que debemos darle a nuestras emociones y el no renunciar a ellas. Gracias.
Ah, mejor Ana...más corto.

Pacogor dijo...

Ana, entonces... Y nada has de agradecer. En todo caso yo, por tu protagonismo en el blog. Reconforta que se convierta en un camino de ida y vuelta, que alguien lo haga suyo para aportar sus puntos de vista y le de más vida. Reconforta y estimula. Al fín y al cabo uno empieza escribiendo para sí mismo, pero acaba haciéndolo para los demás...