viernes, 29 de enero de 2010

MIS MANOS


Miro mis manos,
que a veces parecen tristes,
como una canción de desamor
o incluso endurecidas
como el rostro de un niño hambriento.
Manos hechas
para soportar la inclemencia
de una vida cargada de mentiras.
Pero también han sabido acariciar,
ágiles como gacelas,
pródigas cual ubres llenas de leche,
intrépidas bajo su capa de piel,
repartiendo ternura y afecto.

Miro mis manos,
que aprendieron a valorar su suerte,
porque saben de otras
que no pueden saciar su hambre,
que nunca ven frutos en la mesa,
que viven adormecidas y aturdidas,
atiborradas con los callos de su miseria,
soportando noches sin esperanza,
sin poder acabar jamás con la injusticia
que se ven obligadas a soportar cada jornada.

Miro mis manos,
que recuerdan la sinuosa senda de las tuyas,
el compás de tus dedos recorriendo
el camino de lo eterno,
que finalizaba gozosamente en mi costado.
Con ellas evoco el calor de tu tacto,
trayendo el sol a mis inviernos,
acariciando en silencio
el trigo dorado del pecado.

Miro mis manos,
cuando escriben un poema
afirmando seguir en la brecha,
abriéndole siempre puertas a la vida,
sumergiéndose en las profundidades del alma,
conjugando los verbos del amor,
encendiendo luces de esperanza
para un mundo mejor,
hecho a la medida de todas las manos
.

3 comentarios:

Ana María dijo...

Si se pasa la mano sobre estas manos de tu poema, se siente una piel vivida. Y una piel vivida nunca miente. Deja al descubierto amores, dolores, rabias, impotencias, agradecimientos, solidaridad, alegrías, tristezas...
Son un mapa que resume todos los trayectos de una vida.
Si se pasa la mano sobre estas manos de tu poema, se siente el latir de un corazón.

Ana María dijo...

...Con el tiempo te das cuenta que en realidad lo mejor no será el futuro, sino el momento que estás viviendo en este instante...

¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!


Memorándum: Mario Benedetti

Uno: llegar a incorporarse al día.
Dos: respirar para subir la cuesta.
Tres: no jugarse en una sola apuesta.
Cuatro: escapar de la melancolía.
Cinco: aprender la nueva geografía.
Seis: no quedarse nunca sin la siesta.
Siete: el futuro no será una fiesta.
Ocho: no amilanarse todavía.
Nueve: ¡vaya a saber quién es el fuerte!
Diez: no dejar que la paciencia ceda.
Once: cuidarse de la buena suerte.
Doce: guardarse la última moneda.
Trece: no tutearse con la muerte.
Catorce: disfrutar mientras se pueda

Pacogor dijo...

No sé qué decir, Ana... Sólo gracias por estar ahí, por entender lo que a veces tan confusamente quiero decir... Por hacer llegar tus manos hasta mi corazón... Por haber sabido ganarte mi amistad, que en absoluto es virtual. Que buen regalo de cumpleaños...