lunes, 25 de enero de 2010

DULZURA


La conocí en verano. Era la mujer perfecta, el ser humano más dulce que conocí nunca. Estuvimos juntos dos maravillosos meses, pero desapareció cuando llegaron las primeras lluvias del otoño. Así, sin más. Simplemente, no volví a tener noticias de ella. Me pregunto si no habrá tenido algo que ver aquél aguacero que le cayó encima cuando me esperaba en el parque. Temo que el agua la haya disuelto como un azucarillo...

2 comentarios:

Ana María dijo...

...o simplemente se fue cuando su labor estaba terminada...
Yo creo que nadie se cruza por azar. Las personas entran en tu vida por una razón, o por una estación como en este caso, para llenar una necesidad, un vacío que puedas tener, para ayudarte ante una dificultad... Esas personas te pueden traer paz, dulzura como en tu caso, te pueden hacen reir y te ensanchan el corazón, como en mi caso... Y cuando nuestras necesidades han sido atendidas, simplemente se van dejándonos una lección aprendida para toda la vida...

Pacogor dijo...

Totalmente de acuerdo. A veces la vida tiene razones que nuestra razón no entiende...