jueves, 17 de diciembre de 2009

SCARED


Siempre he sido un amante del Jazz. Y en ese sentido he tenido una relación muy especial con Peter Renmings desde que salió al mercado su primer disco, Nature Love, que lo llevó directamente a la cumbre y le hizo un hueco en la historia de la música. La crítica dijo de él que adelantaba una nueva corriente más libre y expresiva, menos atada a las encorsetadas formas de las generaciones anteriores. En el tema titulado Scared duerme, considerado hoy todo un clásico, el pianista reconoce con una insolente maestría su amor por la imagen dormida por una mujer desnuda en la que destacan sus labios y uñas pintados de rojo. De manera asombrosa, plasma con sus teclas ese sentimiento evanescente sobre el lienzo imposible, por inmaterial, que son las notas musicales.

De hecho, para mí que he escuchado cientos de veces la melodía, Scared se nos muestra fecunda y extraordinariamente rica en matices: Voluptuosas las curvas de su cuerpo como la silueta ascendente del humo del primer cigarrillo encendido después del acto del amor, dulce su femenino silencio como un atardecer alumbrado sobre el mar, tierna su faz de mujer que se niega a abandonar las utopías infantiles...

Renmings no fue especialmente prolífico. Siguió sorprendiendo con dos discos más: Darkness y especialmente Listen to the Wind, donde llegó a perfeccionar su arte hasta límites insospechados, con mágicos toques eclécticos e intimistas. Su piano irradiaba con la misma pasión inagotable y maravillosa, felicidad y tristeza, melancolía e irascibilidad. Sus discos conforman una trilogía increíble, que sigue sorprendiendo a pesar del paso de los años... Después, el Maestro simplemente desapareció. Rumores hubo muchos, pero nadie ha logrado saber a ciencia cierta la verdad de lo ocurrido, ni se ha vuelto a tener noticias suyas.

Quiero agradecerle públicamente a mi admirado pianista que haya traído a Scared a mi vida, es una imagen que me ha convulsionado el océano de la memoria: Ha estado conmigo siempre, tendida exquisitamente erótica en la cama de suaves y blancas sábanas, el rojo sensual de sus labios y uñas destacando como rasgos de sangre sobre su piel blanca, las aletas de la nariz oscilando cual marea nocturna... y dos diminutos corazones de ámbar coronando los turgentes senos.

Me sumí como espectador activo en aquella escena, que forma parte consustancial de mis sueños de hombre hasta enamorarme perdidamente... Se convirtió en costumbre escuchar ese tema como despedida del día y darle la bienvenida al mundo de los sueños, pero nunca ha podido abandonarme el temor de perderla, de quedarme dormido y que una noche no apareciese... Por eso comencé a escribir sobre ella, para tenerla también en mi consciencia y sentirla presente en un folio que puede ir conmigo a cualquier lado. Mi amor por Scared ha terminado por convertirse en uno de los pilares de mi existencia, y en la pasión que despierta también me reconozco como poeta. Hasta esta noche en que los sueños se convirtieron en pesadilla, porque la diosa que me alumbra no ha aparecido. Me levanté sudoroso, lleno de angustia y negros presagios. Desde la puerta del dormitorio contemplé, como en un cuadro, mi cama vacía, solitaria e inservible. Entonces me di cuenta de la verdad, se abrió paso por fin el auténtico mensaje oculto en la melodía que la trajo: Scared no soñaba con el músico que la describía parapetado tras una realidad onírica y surrealista, sino conmigo.

No era solamente ella la que venía a mí cuando sonaba su canción, el proceso ocurría en ambos sentidos, pues yo también era recreado para sus esperanzas de mujer lastimada por una vida que no supo amarla como hubiese debido... Desconozco que ocurrirá cuando vuelva a dormirme, pero tengo la confianza de que esta vez no necesitaremos de la música para volver a encontrarnos, porque hemos descubierto al fin un mundo donde ella y yo dejaremos de ser sueños para convertirnos en la realidad que desde hace tanto tiempo soñamos...

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