viernes, 4 de diciembre de 2009

BRINDIS


Mientras apuro el último sorbo,
el vino en mi boca
desprende la sutileza
que tienen tus labios
y un matiz de fruta fresca
me atraviesa la garganta
hasta hacerse de mí sangre,
como cuando entraba en ti,
y me dispersaba al ritmo
que marcaba nuestra soledad.
Y aunque ya no estés
consuela que lo parezca,
cuando quedarían
tantas regiones de tu cuerpo
para seguir siendo
gota a gota, semen a semen,
el verso que te sacia,
susurrando en tu interior
la ternura de mis manos.
No sé lo que pasó,
todavía guardo entre las sábanas
el recuerdo de una caricia
donde demorar el sueño,
pero el caso es que ahora
somos islotes en medio
de la ciudad y su silencio.
Por eso brindo por nosotros,
deseando fervientemente
que podamos encontrar
ese lugar del infinito
donde los amantes vuelven.

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