sábado, 12 de diciembre de 2009

AMINATU

En un momento de mi vida ocurrió un suceso importante que me enseñó a llorar. Fue doloroso, pero lo agradezco porque creo que me enseñó entender mejor a los que sufren. Pero me pregunto si lloramos todos por lo mismo, si se repiten en cada uno de nosotros las causas que nos llevan a derramar lágrimas, si llorar es signo de debilidad o fortaleza, si es un privilegio o un consuelo, si se llora más por amor o por la sensación de derrota, si nos vuelve más humanos, más dignos, más solidarios, menos intransigentes, menos jacobinos...

En realidad son preguntas que siempre andan flotando en el aire que respiro, pero de las que en el fondo conozco las respuestas. La reflexión viene a cuento, porque he derramado demasiadas lágrimas a lo largo de mi existencia por la desaparición de personas que merecían vivir mucho más de lo que vivieron porque eran un ejemplo para todos. Y ahora pasan los días, en una cuenta atrás angustiosa que nadie parece saber parar: Aminatu Haidar se consume lentamente a causa de la huelga de hambre que mantiene en el aeropuerto de Lanzarote.

He de reconocer que soy egoísta: aunque entiendo perfectamente lo que la ha llevado a esta situación extrema y me revuelven las tripas las actitudes y declaraciones de las autoridades marroquíes, me niego a pasar por el trago de llorar su muerte. La causa por la que lucha ya tiene suficientes mártires, a ella la necesita viva para que se siga escuchando el eco de su voz en el mundo. Autoinmolarse es darle la victoria a los que quieren que no exista, vivir es hacerlo por los que apoyamos su lucha y estaremos condenados a llorarla si se nos va, vivir es también poder estar presente cuando celebremos el final de la diáspora y los saharauis tengan un lugar en la tierra de sus sueños. Porque el tiempo y la libertad siempre acaban por darles la razón a los que la tienen, aunque hayan tenido que pasar previamente por el vía crucis del sufrimiento.

Desconozco si los que tiene cerca son de mi misma opinión, pero deberían: Entender y compartir las razones de Aminatu no significa que no estemos obligados a salvarla incluso de ella misma. Hay demasiada gente que desprecia profundamente la vida (sobre todo si es ajena), por eso mismo dejarse morir es un error de estrategia que no tiene sentido. Alguien debería hacérselo llegar, para que esté presente cuando derramemos lágrimas de alegría porque el Sáhara Occidental sea declarado libre e independiente.

2 comentarios:

© José A. Socorro-Noray dijo...

Suscribo tu entrada al pie de la letra, hasta reconociéndome igualmente egoísta.

Un abrazo

Rita dijo...

Me alegra leer tu opinión porque coincide plenamente con la mía y ya estaba a punto de pensar que soy un bicho raro que nada contra corriente, es así exactamente, como tu lo has dicho, me parece una muerte absurda, si señor, un beso