Ayer no conocía
la rigidez del habla
hueca de sonidos.
Hoy sólo el sol
llega hasta la cama
para combatir el frío
de la soledad.
En el desabrigo
del lecho no compartido
hay una lluvia de sal
fluyendo por las pupilas.
Unos zapatos
calzados de silencio
junto al sillón se preguntan
por el sueño misterioso
de los muertos.
Ayer era otro tiempo
de esperanzada luz,
hoy lo comprendo todo:
Los sueños mentían.
la rigidez del habla
hueca de sonidos.
Hoy sólo el sol
llega hasta la cama
para combatir el frío
de la soledad.
En el desabrigo
del lecho no compartido
hay una lluvia de sal
fluyendo por las pupilas.
Unos zapatos
calzados de silencio
junto al sillón se preguntan
por el sueño misterioso
de los muertos.
Ayer era otro tiempo
de esperanzada luz,
hoy lo comprendo todo:
Los sueños mentían.
2 comentarios:
¡Qué belleza!
Aunque yo creo que los sueños nunca mienten, siempre nos mentimos nosotros mismos.
Un abrazo
En realidad viene a ser lo mismo, porque los sueños los construimos nosotros. ¿No crees?
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