miércoles, 14 de octubre de 2009

ESPERPENTO


La historia es de sobra conocida:
secuestros, aeropuertos,
aviones de incognito,
presos preventivos,
traslados ilegales
y luego...
El sol se desangra
tras los muros carcelarios
donde la tortura se disfraza
con explicaciones tan sutiles
como la bota de un fascista
y que ofenden
una mínima inteligencia.
Montaron centros de detención
al margen de la legalidad,
idearon procedimientos
para impedir dormir,
se mostraron satisfechos
con celdas minúsculas
utilizadas como castigo
donde moverse era casi imposible,
ofrecieron satisfactorias explicaciones
sobre la bondad que significa
casi ahogar a los retenidos
con una bolsa de plástico
o en un balde de agua:
¡¡’Dios salve a América,
el Señor y la razón están con nosotros’!!
Luego llega un nuevo Presidente,
que condena tales métodos
pero sin atreverse a llevarlos
a los tribunales de justicia,
y recibe el Nobel de la Paz.
Que sencillo es lavarle la cara
a los poderosos:
Nadie es culpable,
aunque se demuestre lo contrario.

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