miércoles, 9 de septiembre de 2009

SE HA IDO JOSÉ MARÍA MILLARES SALL


Qué triste cuando se nos va un poeta. Es como si de repente el aire se hubiese vuelto más denso, como si nos faltase el oxígeno necesario para que nuestra alma siga respirando. Ayer falleció un Poeta con mayúsculas: José María Millares Sall. Un sobreviviente que nos legó una obra poética y un sentido de la vida impagable.
Afortunadamente tuvo la satisfacción personal de haber sido designado Premio Canarias de Literatura cuando ya cumplía los noventa años. Algo que tenía que haber ocurrido hacía ya mucho tiempo. A punto estuvo de dejarnos con la vergüenza de no haber sabido reconocer su transcendencia como poeta, compositor y pintor, de no haber sabido hacer justicia con su figura.
Un libro destaca con letras mayúsculas por encima de toda su obra: El poemario ‘Liverpool’, uno de los más importantes de la literatura canaria. Curiosamente, la primera edición se la pagó el mismo con el importe de la paga extra de verano, recibida por un trabajo que desempeñaba hace 60 años en Trasmediterránea:


Por favor, abridme paso,
dejadme cruzar este túnel de plomo,
que quiero ser el primero en llegar con mi sangre
a los muelles de Liverpool.
Amigos, vosotros que os perfiláis
como aletas de pescado
sobre las últimas esquinas de los buques;
vosotros que de cada rincón saltáis de una bodega a otra
como sapos de azufre ardiendo,
como tristes pezuñas de lagarto,
para husmear el rojo carbón de las calderas,
para darle vida al hierro como al alba le dais su fruto,
para darle aliento al agua que se aleja para siempre de la tierra,
del polvo que tanto amáis tras unos ojos,
decidme que puedo soñar en vuestros rostros de ceniza
y en vuestras sucias calles de alquitrán,
y en vuestros hogares de nata corrompida,
y echar la raíz de mi sangre como un ancla
sobre vuestras jurisdicciones marítimas,
porque además de ser un hombre como vosotros,
soy un poeta, y un poeta
es un corazón más sobre la niebla del mundo.

José María Millares ha sido uno de los creadores más serios de la literatura canaria del siglo XX, un adelantado a su tiempo, un poeta que no entró en el surco de la poesía social de aquellos años sino que escribió un libro extraño, demoledor, único. También fue promotor de la gran revista Planas de Poesía, con su hermano Manolo Millares, el gran pintor, a quienes se unió Agustín, el otro poeta. Una saga familiar única si hablamos de cultura en estas islas. La aventura de la revista fue extirpada a la fuerza en 1951, pero nadie se rindió entonces. En realidad nadie se rindió nunca:

Por favor, abridme paso, que quiero ser el primero en
saludar con mi sangre vuestras sonrisas de azufre,
vuestras mujeres de estopa. Por favor, abridme paso.
Oh, Liverpool, Liverpool.
Amigos, sobre este puerto extranjero están ya mis pies
que se hunden conmovidos sobre duras baldosas,
como tiernos tallos contra el fango.

Hablamos de un libro visionario que pocos conocían, una pesadilla lúcida, surreal y expresionista, lúgubremente existencial, imprescindible para la historia de la poesía española, pues pone el dedo en el ritmo y en la imagen simbolista. Por los muelles sucios de Liverpool desfilan prostitutas, borrachos, gente desengañada. Chirría la soledad y la noche mientras el poeta, a lo Walt Whitman, lanza su palabra como dardos sobre la humanidad, un himno subterráneo y desengañado, un espejo roto que refleja sufrimientos, después de tanto derramamiento de sangre, con tantas hambres. Fue incomprendido entonces, pero hoy ha resucitado convertido en todo un clásico:

Ah, pero yo soy sólo un poeta sobre estas calles,
sobre esta simetría exacta,
donde cada zaguán es un vómito de vino,
donde cada cabeza es una bola de acero
hundida sobre los hombros,
donde cada esquina es como un filo de navaja,
donde cada portal es un grupo de sangre,
un vaso de sangre a la intemperie,
donde en cada ventana una joven inglesa se desnuda fríamente
donde una sombra de vino se pasea por los muelles
ofreciendo una bandeja de labios cortados,
ya enlazados en un nudo de sangre y de armonía,
donde yo, entonces,
cubro mi rostro en otro rostro para buscar el mío,
exactamente el mío.
Oh, Liverpool, Liverpool.

A este canario de bien nunca le abandonó la lucidez, la humildad y la fecundidad poética, a pesar del cáncer de colon que lo tenía martirizado en los últimos tiempos. Un ejemplo para los escritores de aquí y de cualquier sitio, más allá de estas fronteras oceánicas. También tuvo la satisfacción de ver reeditado su libro, el que más quería, con la editorial Calambur, que lo puso de nuevo en circulación demostrando que los que la dirigen aman lo que hacen.
Ayer se nos fue definitivamente: Lo mejor que podemos decir de él es que lo ha hecho siendo fiel a sus principios de independencia, de entrega sin condiciones a la literatura. Como siempre dijo, el dinero apenas vale para otra cosa que para seguir leyendo, y seguir publicando. Nunca he leído una mejor definición del vil metal que esa, Maestro...

1 comentario:

© José A. Socorro-Noray dijo...

Excelente entrada homenaje a un magnífico Poeta, el cual todavía no está bien ponderado. José María Millares es, quizás con Gabriel Celaya, el mejor representante de la Poesía Social de España.

Un cordial saludo