sábado, 26 de septiembre de 2009

MATICES


Campos sedientos...
Linderos, sendas,
prados rociados de aridez,
zarzales que sobreviven
al efecto de la sed,
una araña teje de nuevo
su malla con primor...
Es el corazón
de un agonizante verano
despidiéndose del año.
La calima embadurna
el aire y al sol,
las moscas revolotean
de aquí para allá.
Al fondo, un solitario pino
ondea con el viento
que fluye sobre el matorral.
Hay un vacío,
como una ausencia
de tiempo y espacio:
Llega septiembre,
con la promesa
de una estación nueva
bajo el brazo,
pero que más da
mientras el mar siga
entrando por los ojos
y reptando por la piel,
para componer un matiz
siempre perfecto a las cosas.

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