sábado, 29 de agosto de 2009

SUEÑO


Tu piel, ¡Ah, tu piel!:

Es tan frágil la trama
que te cubre
que la rasga una espina,
resulta ser tan vulnerable
que la lastima el sol,
tan susceptible
que la eriza el frío.

Pero también tu piel
es capaz de percibir
toda la gama de mis caricias,
y tu cuerpo sin ella
sería una llaga desnuda
y vacía de sensaciones.

¿Y tus ojos? ¡Ah, tus ojos!:

Grandes lagos
donde vibra la chispa
de tus pupilas inteligentes
y cabe todo el esplendor
que la vida nos ofrece.

Lagos de lágrimas
vertidas a causa
de remotos naufragios,
serenos lagos
habitados por los sueños
cuando cierras los párpados.

¿Y tu boca? ¡Ah, tu boca!:

Entre labio y labio
guardas un tesoro
abierto al beso ardiente,
cuenca que se llena
de jugos intensos,
de vinos maduros
y fruta fresca.

Oasis donde la lengua
serpentea delicias
levemente onduladas
y organiza el milagro
de tus palabras.

¿Y tus senos? ¡Ah, tus senos!

Dos frutos rotundos
y a la vez delicados,
de suaves pendientes
donde se concentran
algunos de mis sueños.

Dos copas ávidas
de placeres,
cumbres similares
pero a la vez distintas,
que culminan
en sendas flores en botón.

¿Y tu sexo? ¡Ah, tu sexo!

Oculta rosa palpitante
en el profundo surco
donde vibra la vida
en su más cálida extensión.

Pozo de turbada alegría
que incendia los instantes,
fecunda herida que me recibe
para compartir recuerdos
de paraísos prohibidos.

¿Mi sueño? ¡Ah, mi sueño!

Eres tú, mujer, el sueño
donde mi corazón descansa
de los perdidos fantasmas
que a veces nos acosan.

Sueño entre tanto olvido,
donde el tiempo de mañana
se prepara,
mientras sigo viviendo
una efímera muerte
de la que quisiera despertar.

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