domingo, 16 de agosto de 2009

CADUCIDADES


Hemos de acostumbrarnos
a la idea de la muerte,
aunque nuestras pieles
eleven cantos de ternura.
La angustia vital
se enrosca bajo la capa
de nuestras pasiones:
Para mi suerte existes,
y esa sensación
es sumamente contagiosa.
Te aseguro que cada vez
me interesan menos
las claves de la existencia:
Está tu cuerpo tejiendo
constelaciones que nos ligan,
y desnuda eres la visión
de un sueño que no decepciona:
¿Alguien da más?
Cuando te acaricio y suspiras hondo,
hablas una lengua inmortal,
que se queda en mí
y hace que sobrevivan
las certezas del amor.
No duele saber
del concepto de lo perecedero,
porque teniendo tú y yo
un fecha de caducidad
en nuestro destino,
se paladea un preciso sentido
en la pasión que me despierta
tu presencia en el mundo.

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