domingo, 17 de mayo de 2009

HIJO DE LA ISLA


Sabes que te quiero
como el hijo agradecido
que reivindico ser.
Lo saben también las nubes
que llenan de humedad
tus montañas,
la espuma que rompe
su albino impulso
en las rocas de la costa,
y el paisaje agreste
cincelado a golpes
de lava y alisios.
Por eso no entiendo
el daño que te infligen
los corazones de hielo
de algunas de tus gentes,
tiñendo de asfalto
y vistiendo de hormigón
tu faz más hermosa.
Muchas veces
paseo en sueños
por lugares donde creció un día
la inmemorial nostalgia
de mi sentir isleño,
y siento que han destruido
la posibilidad de un futuro
más feliz para la tierra
que me ha criado.
Es entonces, madre,
cuando siento tu tristeza
agarrotando sin piedad
el corazón de volcán
que en las entrañas llevas
y necesito que sepas
del amor profundo
que las raíces de mi ser
te profesarán siempre.

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