martes, 5 de mayo de 2009

EL HOYT TEAM

Les confieso que hoy ha sido un día extraordinario. Pocas cosas me han conmocionado en los últimos tiempos como esta historia que llegó a mis manos gracias a un vídeo que me envió un amigo. Intentaré describirla, aunque de antemano les advierto que lo haré con los ojos aún enrojecidos por la emoción. Pertenece al mundo real, y sus protagonistas no han salido de la febril imaginación de nadie. Por eso mismo merecen que se conozca, porque es un maravilloso oasis en el desierto de egoísmos en el que vivimos. Una fuente de energía para nuestra moral carcomida por la acción conjunta de los intereses espurios y la desconfianza.
Es la historia de los Hoyt: Rick, el padre deportista y Dick, el hijo minusválido. Hacen deporte juntos, y eso convierte esta narración en la crónica de una auténtica epopeya y un canto a la superación personal. El padre ha corrido más de ochenta maratones empujando la silla de su hijo, se pasó en su momento al triatlón nadando, pedaleando la bicicleta y corriendo mientras cargaba con su hijo. Y ha acabado por participar llevando a su hijo en el deporte más duro que existe: El ironman.
No sé si conocen esta prueba deportiva pensada para gente de hierro, como su propio nombre indica: Son 3800 metros de natación en mar abierto, 180 kilómetros en bicicleta y una maratón para finalizar la prueba. Todo en un mismo día, sin descansos. En Canarias tenemos la suerte de que se celebre una de estas competiciones, en la isla de Lanzarote. He tenido la inmensa suerte de haberla seguido en directo unas cuantas veces, y por eso sé lo que puede llegar a significar acabarla: he visto gente destrozada física y sicológicamente, pero con el orgullo en la mirada de haberla acabado aunque sea a rastras...
Por eso puedo imaginar lo que significa la gesta de este padre, aunque me resulte difícil saber de dónde saca la fuerza de voluntad para hacer lo que hace. Imagino que será del inmenso amor que siente por su hijo, algo que le eleva a la categoría de héroe, en un mundo marcado por la suciedad moral del ‘yo’ por encima de todo...
Los Hoyt son la muestra más evidente de que el ser humano, tantas veces capaz de lo peor, es capaz también de albergar los sentimientos más altos. Esa es la esperanza para nuestro propio futuro.


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