sábado, 23 de mayo de 2009

CONSIDERACIONES SOBRE LA REFORMA DE LA LEY DEL ABORTO


Siempre hay que mojarse. Seguramente será este el tema más controvertido, el más peliagudo para expresar una opinión, porque no parecen haber puntos de encuentro entre las diferentes posturas, pero hay que mojarse. No se entiende la dureza con que la derecha en general y la Iglesia Católica en particular afrontan la posibilidad de la reforma de la Ley del Aborto en España, cuando lo único que se pretende es hacerla equiparable con las que están funcionando desde hace años en otros países de nuestro entorno, sin que nos lleguen de más allá de nuestras fronteras campañas similares para eliminar el aborto de sus respectivos marcos legales. Es para preguntarse si desde ciertos sectores se ha asumido que afortunadamente este país ha dejado de ser la Reserva Espiritual de Occidente. Nos hemos incorporado a la novedad histórica de vivir siendo libres, dentro de la responsabilidad que esa libertad nos exige. Y en el debate público que genera un país libre, la única fe que ha de movernos es la de atender y corregir los defectos de la sociedad en que vivimos, porque es la única forma de avanzar hasta hacerla más justa.
Y en los debates hay que mojarse. Aunque sea controvertido y hacerlo cree enemigos, porque la derecha radical ha convertido el tema del aborto en bandera y cuando esto ocurre, no se atienden a razones... He aquí unas cuantas por las que hemos de celebrar esta reforma:

Porque la Ley sólo ofrece la posibilidad de abortar con las debidas garantías, no obliga a nadie a dar ese paso si no desea darlo.

Porque por encima de todo, hay que amar y respetar la vida. Y ello significa que ha de ser digna, que transcurra en las mejores condiciones posibles y sin peligros añadidos para los seres vivos que nos rodean, no para los futuribles.

Porque todos tenemos derecho a decidir sobre nuestros actos, incluyendo la posibilidad de consumar aciertos y rectificar errores.

Porque ser padre o madre ha de ser un acto consciente y responsable y jamás un castigo por no haber sabido tomar en su momento las debidas precauciones.

Porque el sexo es una necesidad primaria, como comer o dormir, y la posibilidad de la fecundación cuando se hace el amor en libertad es un riesgo que figura en todas las estadísticas, y ha de tener cubiertas las todas consecuencias que implique.

Porque las leyes son una cuestión civil, y en un estado aconfesional, la religión puede ejercer de guía para los que la practican, pero sus dogmas nunca han de convertirse en plataforma legislativa.

Porque las mujeres seguirán abortando, independientemente del marco legal en que se desarrolle el hecho. Y ya es un tema lo suficientemente traumático de por si, como para añadir un plus de inseguridades legales.

Porque resulta inadmisible que a estas alturas se siga exigiendo la castidad como norma y se acepte el sexo sólo con la finalidad de la procreación y siempre que esté debidamente bendecido.
Queda para el final la cuestión que mayores controversias está produciendo: La de que se permita abortar a partir de los 16 años sin el permiso de los padres. En este sentido, asombra que se dé por hecho que ser una persona responsable y madura tenga que ver con la edad. Es un tópico que siempre utilizamos lo adultos para tener controlados a los jóvenes. Y a partir de aquí, una chica que se vea envuelta en semejante dilema no es responsable de que sus padres sean unos insensatos o tengan una visión de la vida diferente a la suya... Habrá que establecer los mecanismos de asesoramiento adecuados, pero la decisión final tiene que ser suya porque un hijo a esa edad marcará para siempre su futuro.

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