sábado, 4 de abril de 2009

MORIR FRENTE AL ESPEJO


Había perdido el interés por la vida, que se le hacía una cuesta interminable y vacía. Resultaba un hecho sumamente tentador el ponerle fin de una vez por todas. Además, nadie le echaría de menos. La idea del suicidio se instaló en su mente, pero una cosa es la teoría y otra muy diferente encontrar el valor necesario para llevarla a la práctica. Así que optó por una alternativa menos traumática: se colocó frente al espejo, y en lugar de la maquinilla de afeitar, agarró con fuerza una pistola, apuntó a la imagen que veía reflejada y disparó, con la intención de ejecutar contra su propio yo un acto lo más parecido a la muerte y seguir viviendo...
No ocurrió nada, excepto que se atascó el gatillo. Maldijo su mala suerte y el no haberse decidido por un arma nueva en lugar de comprar aquella antigualla. Mientras intentaba solucionar el problema, contempló asombrado como la figura que tenía enfrente –su propio reflejo- le apuntaba con un revólver a la altura de la cabeza. Sonó una detonación. No hubo estrépito de cristales, pero si llegó a captar un dolor sordo que le taladraba el cráneo. Y mientras caía lentamente y un hilo de sangre surgía desde el centro de su frente, aún le quedó tiempo para un último pensamiento: Se preguntaba por la explicación que a la mañana siguiente le darían a una muerte tan absurda las páginas de sucesos de los periódicos.

2 comentarios:

Jony dijo...

Siempre hay que luchar por algo, agarrarse a todas las posibilidades posibles. Ademas como se dice, todo tiene solucion menos la muerte.

Pacogor dijo...

Tú lo has dicho, Jony. Así que ánimo y a tirar pa´lante..