DÍAS

Días en que parece que nadie
se acuerda de nosotros.
Días en que nos sentimos culpables
de los despidos en las fábricas,
la multiplicidad de la miseria,
la contaminación de los mares,
la tristeza en el aire
y las verdades sesgadas.
Días en que somos inocentes
como los recién nacidos,
libres de toda responsabilidad
por los desastres del mundo,
serenos cual mañana de domingo.
Días minados de conflictos,
en que no somos capaces
de mantener una sonrisa
y buscamos desesperadamente
un madero en qué agarrarnos.
Días en que conservamos la esperanza
y alzamos la bandera
de la tolerancia y los acuerdos,
la sinceridad y la valentía,
el consenso y la amistad.
Días cargados de grietas
que nos ha traído el tiempo,
en que apagamos los ojos,
el entusiasmo brilla por su ausencia
y arrastramos los pies
porque parecen ser de plomo.
Días en los que creemos en todo,
abrazamos el futuro
como si fuera un manjar exquisito
y transcurre la jornada
sin emitir juicios ni rechazar nada,
sin que nos fastidien los trepas
ni los amargados irredentos.
Días en que tratamos con dureza
a los perros vagabundos,
no reparamos en el arco iris,
en la extraña belleza del mar,
una mirada que nos desea,
o las fresas que adornan el plato.
Días en que todo huele mal
o captamos el aroma de una rosa.
Días en que todo parece limpio
o nos parecen una maldición.
Días estructurados y equilibrados
o se desata una tormenta.
Días en los que necesitamos
dar un sentido a las cosas...
Pero no somos esa grandeza
de la que hablan las religiones:
Tan sólo un laboratorio químico
cuyas células tienden a extinguirse.