jueves, 19 de marzo de 2009

VEJEZ


Anclado en su nostalgia,
el anciano se interroga
en la quietud de la noche.
Contempla cómo afuera,
la tristeza se cubre de pájaros
y sostiene un horizonte
que comienza a difuminarse.
El cielo parece sangrar,
los recuerdos adormecen
las intemperies de la noche.

¿Cuándo se le perdieron
los caminos
que dibujaba el sol?
¿A dónde se fueron
los días en que el amor
lucía engalanado?
Sabe que es la hora
en que las sombras se acercan
al borde de la casa,
pero también que el aire
trae rumores
de voces y siluetas
de otro tiempo.

El anciano
cierra los párpados
y desde su boca,
unas palabras de añoranza
atraviesan su vida.
Entrega su pasado
a la noche que comienza,
porque la luz del futuro
alumbra sus últimos días
con abandono y soledad.

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