Desde que el Papa anunció que El Infierno era sólo una metáfora los demonios se quedaron en paro. Por lo tanto se vieron obligados a reciclarse, y buscar ocupaciones laborales alternativas. Hubo quienes prefirieron la acción y la aventura: Estos se inclinaron por la mafia, los carteles de la droga y las bandas armadas que se multiplican por doquier en el mal llamado Tercer Mundo. Otros optaron por actividades más sedentarias y prefirieron utilizar las palabras a modo de veneno: se convirtieron en tertulianos de la radio, políticos, profetas del sectarismo religioso, tiburones de los negocios, y seguidores activos del propio Papa.
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