miércoles, 21 de enero de 2009

MÁS ALLÁ DE LOS SUEÑOS


Era cierto que más allá de los sueños
hay un lugar donde todo es posible.
Asumo no ser nada en especial,
una nota a veces indescifrable
al pié de una historia que a nadie interesa,
sé que lo que diga o haga
está destinado a olvidarse pronto,
no habrá una placa o una calle
que recuerde mi nombre,
y no perduraré más allá del instante
en que sople el primer alisio
después de haberme ido en la sombra.
Quizás por eso me era suficiente
con algún sentimiento imperceptible,
un corazón latiendo a trozos
sin importarle el destino,
alguna sonrisa distante,
y que las lágrimas fueran pocas
para regar el camino
que aún quedase por descubrir.
En eso estaba cuando descubrí
que ya nada podría ser igual
aunque se le pareciera:
Se me hizo luz ese rincón
untado con la miel de tus labios,
donde puedo plantar flores para reír,
cambiar mis temores por caricias,
y lograr que la vida se junte con los sueños.
Con el tiempo he aprendido
que contigo nada puede ser trivial,
nuestro mundo se hunde y se rearma
en cada retazo de esperanza;
cada minuto es una lucha,
y cada bocanada de aire que respiramos,
una victoria sobre la posibilidad de perdernos.
Por eso hay que ser determinación y aullido,
ternura, coraje, y hasta rabia,
para ganar esos momentos
en que no hay más razón
que la que dibujamos juntos,
y todo va bien sin saber por qué,
el sabor de la amargura se vuelve dulce,
y la tristeza hace mutis por el foro.
Lo imposible se vuelve quimera
cuando una caricia le hace guiños a la magia,
y se juntan espacio y tiempo
para regalarle tu cuerpo a mi locura.
Después nos despediremos
con nuestras huellas en el cuerpo del otro,
llenos de evidencias físicas,
palabras apasionadas,
y el derecho a permanecer en silencio...

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