martes, 30 de diciembre de 2008

EL ATAQUE ISRAELÍ A GAZA


Vaya por delante que odio profundamente la mentalidad militarista: La única manera sensata de solucionar los conflictos es la del diálogo. Pero como la realidad por desgracia es la que es, hay un principio fundamental en el derecho internacional que afecta a las leyes de la guerra: La respuesta a una agresión previa ha de ser proporcionada. No se pueden matar moscas a cañonazos. Pero ese razonamiento no vale para Israel, donde la filosofía del ojo por ojo se lleva hasta límites verdaderamente repugnantes: El ataque a Gaza ya ha causado más de 300 muertos, muchos de ellos niños, en una operación militar que ha dado origen a la mayor carnicería en los últimos 60 años en Oriente Medio.
El año se acaba, y mientras por estos lares andamos expresando los buenos deseos de estas fechas, en los territorios de Palestina también siguen instalados en la rutina de siempre: La de la muerte. Parece que pasamos de largo ante estos crímenes, pues no hay otra manera de calificarlos cuando se atacan zonas residenciales de manera indiscriminada. El cinismo del atacante es tan grande, que explican las muertes producidas en la población infantil, argumentando que los niños son utilizados como escudos para proteger a los combatientes palestinos. El problema para los que usan estos argumentos es que los repiten tantas veces, que al final acaban teniendo un problema grave de credibilidad.
Hay que resaltar un dato importante: La franja de Gaza es la zona del planeta más densamente poblada, con 1,5 millones de habitantes ocupando una extensión de 350 kilómetros cuadrados. El ataque aéreo a una zona con tal cantidad de población solo puede dar como resultado una masacre.
¿Y eso que denominan Comunidad Internacional? La respuesta también es la de siempre: Pedir contención a las dos partes y llamar a un alto el fuego inmediato. Cinismo puro al colocar en la misma altura a quien se ha liquidado de un plumazo a más de 300 personas, y a Hamas, que rompió la tregua y no para de aterrorizar a la población israelí lanzando cohetes de fabricación casera, pero que ni de lejos llegan a causar un número similar de víctimas. Recuerden: en la guerra, proporcionalidad.
¿Y a qué viene ahora este ataque? Pues a que Israel está viviendo una de las peores crisis políticas de su historia. La solución que se ha buscado al problema es de libro: Crear una crisis mayor y buscar al enemigo habitual fuera de las fronteras. Otra cuestión a destacar es que como país, Israel necesita transmitir constantemente la idea de que, digan lo que digan y se negocie lo que se negocie, en el fondo sus vecinos lo que planean es acabar con su existencia. Alguno hasta le dará la razón, exigiendo borrar a Israel de los mapas. El círculo de la violencia se alimenta constantemente del fanatismo de unos y otros, que se necesitan mutuamente. Y las cifras de víctimas continuamente se inclinan hacia el mismo lado. La cuestión es que todos los implicados saben que lo que está pasando no servirá para nada, como ya ocurrió en su momento con la crisis del Líbano, excepto para llenar los cementerios palestinos y que el dolor y el luto se apoderen una vez más de las calles de Gaza.

2 comentarios:

Foxy Lady dijo...

Me desagraba ver eso en la televisión por estas fechas...
)=

Espero que empieces este nuevo año con buen pie, Paco.
Un beso!

Jony dijo...

Desagradable, Feliz 2009 tio.