sábado, 13 de diciembre de 2008


Aquella noche quise explicarlo
con el sonido de mi voz.
Pero cuando hablo
se me entrecruzan las palabras,
y el mensaje parece perderse
bajo los efectos del viento:
No puedo permitirme haber vivido
para que seas tú la que mueras.

Por eso hoy lo escribo,
porque quiero que sepas
que durante mucho tiempo estuve muerto,
hubo un cansancio infinito
aunque alrededor siguieran existiendo
el sonido del mar,
o el aroma del pan recién hecho;
y se continuase celebrando
la ceremonia de la vida.

Pero algo estaba muerto,
porque nada existe cuando las horas
pasan sin hacer ruido
y es imposible rastrear nuestros pasos
por el sentir y la pasión.

Ahora me llegan de ese tiempo
recuerdos envueltos en la niebla,
porque lo primero que pierde un cadáver
son la capacidad de sentir y la memoria.
Así se congeló mi piel
y comencé a olvidar lo que es vivir,
vegetando sin un plan premeditado,
ni itinerario alguno.

Me convertí en una crisálida
resguardada tras las rejas de su indiferencia,
mientras pasaban los años.
Te aseguro que estar muerto
de esa manera insoportable
es lo más triste que pueda ocurrirle a una persona,
aunque sumidos en su apatía
los despojos de ese hombre no lo sepan.

Reviví con tu llegada
y fue una vergüenza inmensa
percibir las hilachas del deseo
colgándome de la piel,
y el sabor de la espuma muerta en la boca.

Aquella noche temblé
como sólo tiemblan los que han olvidado,
toda esa miseria saltó por los aires,
y tus ojos y tu piel se convirtieron
en el impulso liberador
que me rescató del abandono.
Esta y no otra es la historia,
de lo que tu amistad me ha traído.

Así que lo que sucede
en los sonidos de tu pecho
y te recorre las paredes de la mente
es una inmensa injusticia.
Deja de sentarte en el rincón
donde van las orquídeas a llorar,
porque no es justo que quien ha dado vida
acabe yaciendo en el nicho del error.
De ninguna manera puedo permitirme
que mi vuelta a la vida sea tu muerte.

2 comentarios:

Vivian dijo...

Precioso, mezcla de tristeza y esperanza.
La foto me recordó a otra de uno de mis fotógrafos favoritos, Man Ray.

Pacogor dijo...

Yo también tuve esa impresión, pero por desgracia no he podido averigüar el autor. Un saludo, y grcias por las alabanzas.